Meyer, Jacques. La vie quotidienne des soldats pendant la Grande guerre. Paris : Hachette, 1966.
Prólogo
La guerra no hace más que acentuar la diferencia entre la figura del militar y la del combatiente: uno se convierte en soldado en el momento que se juega la vida.
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Personajes y escenarios
La media de combatientes movilizados, a la vez, se mantiene aproximadamente sobre los dos milliones de soldados. La mayor parte de éstos fueron heridos al menos una vez y muchos de estos sufrieron heridas de tal gravedad que se beneficiaron de una pensión, según la ley de 1919.
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Las divisiones de reserva no participaron en los primeros combates que tuvieron lugar en las fronteras, ni en las primeras etapas de la retirada. Pero muchas de estas tropas, a base de marchas y contramarchas pudieron reunirse con el grueso de las tropas y tuvieron su oportunidad en primera línea en la Batalla del Marne.
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Los territoriales, los "abueletes", hombres de cuarenta años para arriba, eran llamados cariñosamente pero con ironía como los "toros terribles". El inicio de la guerra convirtió a éstos en guardianes de las vías de comunicación. Pero en el momento del avance alemán por Bélgica y el norte de Francia, y también en la llamada "carrera hacia el mar", algunas divisiones de territoriales sirvieron para "tapar" agujeros y participaron a menudo en combate.
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Muchas de estas divisiones fueron utilizadas para enterrar a los muertos y a los animales de tiro, así como para la preparación de segundas y terceras líneas de defensa, o sino también a tareas de conservación y reparación de vías de comunicación.
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También en 1916, en Verdún, nos las encontraremos realizando las tareas más ingratas: transporte de municiones y avituallamiento, así como el mantenimiento de la llamada Voie sacrée. Formaban también parte de los batallones de los llamados "pionniers" que participaban en acciones de ataque. Su papel, aunque modesto y sin gloria, era indispensable.
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La edad no constituía la más importante de las diferencias entre los soldados.
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El ejército (L'Armée) reflejaba la composición misma de la nación: se trataba de una nación en armas, donde el campesinado era una parte muy importante.
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El campesino, alumno de la dura escuela de la tierra y de sus caprichos, resignado a una vida sin privilegios, soporta y lleva la aceptación de los inevitable. En general, era menos proclive a la protesta y a la revuelta que el ciudadano. También era más paciente y silencioso.
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De hecho, las tres cuartas partes de soldados eran campesinos, para los cuales las mobilización no había tenido la resonancia entusiasta que había tenido en las ciudades ni sobretodo en París.
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Según Jolinon, ser soldado de infantería es como purgar una penitencia.
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La ofensiva del 25 de septiembre de 1915 en Champagne fue el canto del cisne de la caballería.
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Continuará...
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