31 dic 2011

La butte de Vauquois: la guerra bajo tierra (I)

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La butte de Vauquois, aôut 1915. François Flameng


Cuando los hombres del 2º batallón al mando del coronel James E. Rieger coronaron los restos de la loma de Vauquois (la butte de Vauquois) no imaginaban que se encontraban sobre kilómetros y kilómetros de galerías subterráneas. Era el 27 de septiembre de 1918 y según los informes oficiales, el golpe de mano fue tan notorio que llovieron todo tipo de menciones. El propio Rieger fue bautizado como el 'héroe del Argonne' por la prensa, y condecorado con la Cruz de guerra francesa y el Corazón púrpura por heridas de guerra. Lo que James E. Rieger desconocía era que bajo la posición capturada yacían otros tipo de héroes.

La loma deseada
La butte de Vauquois, que tomaba el nombre de la localidad homónima, se encontraba a unos treinta kilómetros de Verdun. La altura del promontorio, unos 300 metros, y su situación privilegiada en el valle de la Mosa, con el bosque del Argonne al oeste y el sector de Verdun al sudeste, le otorgaban un valor especial como observatorio natural de las líneas férreas (Châlons-Verdun) y viarias de la zona.
Estallada la guerra y con el brutal empuje alemán, el IIIr Cuerpo francés de Sarrail se vé obligado a retirarse en la línea del Mosa y en el sector norte del Argonne. La nueva línea parece segura, es el 30 de agosto. Sin embargo, la apisonadora alemana no cesa y 2 de septiembre el mando francés decide un repliegue en todo el frente. Los alemanes llegan a la zona al día siguiente. El 3 de septiembre ya peligra la loma de Vauquois. Los habitantes que se creían a salvo con la primera línea defensiva son evacuados del pueblo de Vauquois. 170 lugareños y los restos de las unidades del 82º RI abandonan el pueblo la noche del 3 al 4 de septiembre. Jamás volverán a verlo. Los alemanes les pisan los talones. El Vº Ejército alemán del Kronprinz Wilhelm, con los cuerpos XIII y XIV pivotan sobre Verdun para caer sobre el sector oriental del Argonne y completar un movimiento de tenaza sobre el ejército francés. El 11, sin embargo, sucede el milagro. Los efectos de la batalla de la Marne, y el posterior retroceso alemán cambia las tornas. El IIIr ejército de Sarrail, junto con el 15º cuerpo del general Espinasse pone en jaque al Vº alemán, que hostigado y perseguido se retira. Esta vez las comunicaciones ferroviarias han jugado a favor de los franceses. El 15 de septiembre las tropas alemanas se establecen en la línea Apremont - Montfaucon, con el extremo más oriental en la zona de Gercourt. Días antes, la 9ª division francesa ha vuelto a tomar posiciones en el sector de Vauquois.
La importancia estratégica no merma, al contrario, toma una transcendencia vital con visos a un ataque al saliente de Verdun. El 24 de septiembre los alemanes atacan la loma con un importante despliegue de la artillería. Los batallones franceses 1º y 2º del 82º RI son incapaces de mantener la posición y son superados por las tropas de la 33ª DI alemana, que han avanzado con una facilidad pasmosa gracias a la pasividad de la artillería francesa. Entre muertos y heridos los franceses dejan en la loma unas doscientas bajas. Son las primeras de miles. Lo peor, sin embargo, está por venir. Ese mismo día, los alemanes capturan Saint-Mihiel y cierran aún más la soga sobre Verdun. Solo la participación 'in extremis' del Ir Cuerpo de Dubail salva la situación. El frente se estabiliza el 25 de septiembre. La nueva línea de frente es Boureuilles - Vauquois - la Buanthe.
La situación es muy delicada en el extremo oriental del frente francés. El saliente de Verdun es ya una ratonera. La línea férrea hacia Châlons ha sido cortada y el envío de tropas y suministros al bastión de Verdun comienza a resentirse seriamente. La posesión de la loma de Vauquois confiere a los alemanes una enorme ventaja táctica dada su privilegiada situación como atalaya de observación del Argonne y del valle de la Mosa. Los alemanes no estan dispuestos a perder semejante posesión y convierten la loma en una fortaleza inexpugnable. Cavan refugios bajo la ductil roca silícea que conectan con un dédalo de galerías subterráneas. En la superfície, las ruinas de las casas que todavía permanecen en pie son también fortificadas con troneras y otras estructuras defensivas. En la ladera norte, parapetados por la propia mole, las tropas alemanas han aprovechado la orografía del terreno y la pendiente para crear un impresionante sistema de trincheras. Por si fuera poco, la situación aislada de la loma permite que la artillería alemana proteja la posición desde los bosques de Cheppy, Montfaucon y el del Argonne. Los nidos de ametralladora y el emplazamiento de minenwerfer del ejército alemán apuntan hacia los pocos barrancos y sendas que no estan a campo abierto. El acceso es muy difícil, y cualquier intento de tomarla sin una acción coordinada de la artillería y la infantería es un suicidio sin sentido. Y eso será lo que sucederá.


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Vertiente norte de la loma: posiciones alemanas

1915: febrero-marzo
Hasta el febrero, y sin el apoyo óptimo de la artillería, los franceses lanzan una serie de infructuosos e inútiles ataques a la bayoneta que apenas permiten recuperar parte de la vertiente sud de la loma. Las bajas para conseguir instalarse en un sector tan caliente son innumerables. Mantener la posición meridional de la butte, bajo el incesante hostigamiento de la artillería alemana, sin apenas contrabatería, es una heroica estupidez. Decidido a aliviar la situación, el Grand Quartier Général de Joffre planea para la semana del 28 de febrero al 4 de marzo una gran ofensiva para expulsar a los alemanes de la loma. Lo consiguen a medias, las tropas alemanas reculan y se parapetan en la pendiente norte de la loma, los franceses capturan la totalidad de la vertiente sur y parte de la ruinas adyacentes. Lo peor, como siempre, es el precio en vidas. En cinco días de combate han muerto o desaparecido más de tres mil hombres. Se impone una leve tregua.
El sacrificio de miles de soldados franceses permiten a la 10ª DI del general Valdant proteger con mayor seguridad sus posiciones. Se construyen trincheras y refugios a semejanza de sus contendientes de la cara norte. Los alemanes, ante el martilleo contínuo de la artillería francesa, deciden construir una triple red de galerías que unan sus trincheras de ladera con las ruinas del pueblo, que son la línea de vanguardia. La guerra de posiciones se preve larga y dura. Los días de calma tensa que siguen al 5 de marzo permiten a ambdos mandos elaborar informes de la situación. Las conclusiones son similares: no es posible desalojar al enemigo de un terreno tan poco propicio como una pendiente opuesta sin el sacrificio de miles de hombres, y sin garantías de éxito.
La ausencia de grandes ofensivas no frena otro tipo de operaciones como las patrullas de hostigamiento nocturnas o los golpes de mano, en algunos casos con el efecto sorpresa de los terroríficos lanzallamas. Si bien es cierto que estas acciones son temidas por el enemigo, no dejan de tener una importancia más simbólica que real. La guerra de posiciones que se vive en la loma de Vauquois desde inicios de 1915 exige otro tipo de estrategia.

Llamaradas: marzo-junio de 1915
La gran tregua dura bien poco. El 22 de marzo los alemanes lanzan un ataque sobre las líneas francesas. El punto: las ruinas de la iglesia de Vauquois. No es una escaramuza como las demás. Ni es bajo el manto de la noche, ni durante las brumas de la primera mañana. Es al mediodía, con la mayoría de trincheras repletas de soldados que buscan algun rayo de sol después de una noche invernal. Los alemanes, provistos de lanzallamas y granadas incendiarias, se infiltran en algunas posiciones francesas donde vierten una especie de alquitrán líquido que posteriormente inflaman con las granadas. En un primer momento de sorpresa, gran parte de las tropas francesas huyen despavoridas hacia retaguardia permitiendo a los alemanes ocupar parte de la línea francesa cercana a la iglesia. No obstante, y después de unos minutos de pánico y desconcierto, zapadores franceses logran pulverizar las llamas y parte del líquido inflamable. Al poco y viendo que la ofensiva se ha frenado en seco, la infantería francesa vuelve a la línea y los alemanes son rechazados hacia sus trincheras. El ataque alemán solo ha sido un gran susto, apenas tres horas de combates y algunas quemaduras entre la soldadesca francesa.
Turno de los franceses. Los primeros días de junio sus líneas son un hervidero. Se prepara un ataque, que se cree definitivo. Los lanzallamas serán los protagonistas. No gustan al soldado de a pie, lo asustan y además lo consideran poco civilizado. Pero de momento es la única opción de abrir brecha. Para ello, el Grand Quartier Général recluta a unos 50 bomberos de París que se incorporan al 1r regimiento de los ingenieros de Vauquois, los engins spéciaux. Estarán apoyados por unidades de los RI 31 y 76, así como dos compañías del regimiento de ingenieros, la 1ª y la 3ª. El objetivo: abrasar a los alemanes de primera línea, ocuparla y seguir con el avance. La víspera del ataque, 5 junio, llegan a la butte de Vauquois 18 nuevos lanzallamas, modelos Schilt L1. Los bomberos apenas experiencia han tenido con ellos. A las dos de la tarde del día 6 de junio comienza el ataque con un potente bombardeo sobre las líneas alemanas. La loma es martilleada sin cesar. Los alemanes replican a las seis de la tarde. Las posiciones francesas son duramente castigadas. Con los primeros obuses, dos lanzallamas quedan fuera de combate. Se masca la tragedia. La artillería germana castiga la estrecha Tierra de Nadie, de forma que el apoyo de infantería que han de ofrecer los hombres del 31º no puede acercarse a las líneas enemigas. Las cosas aún pueden ir a peor. Comienza a caer la noche y el viento cambia de dirección, soplando hacia las líneas francesas. A las ocho y diez de la tarde se da la orden de ataque a los bomberos. En un primer momento, el fuego de los lanzallamas penetra en las líneas alemanas, pero es un solo un instante. Momentos después una potente ráfaga de viento devuelve las llamas a las posiciones francesas. Aquí algunos de los testigos se contradicen. Los unos dicen que el error fue elevar tanto la manguera. Otros, sin embargo, opinan que la tragedia ocurrió porque las llamas alcanzaron un depósito de municiones alemán que devolvió parte del fuego. La conclusión fue que las trincheras repletas de bomberos e infantería se convirtieron en un mar de fuego que abrasó sin piedad a sus ocupantes. Pero no solo eso: el altísimo calor hace explotar las municiones, provocando el pánico total en toda la línea francesa. Las escenas son dantescas. Es el sálvese quién pueda. Los oficiales amenazan con sus armas a los soldados que huyen, a pesar de todo. Y para colmo, los alemanes, que han logrado aguantar el ataque, se lanzan al contraataque rematando a los moribundos y ocupando algunas de las posiciones abandonadas por la infantería francesa. Con parte de la loma aún en llamas, el balance es tragico. Solo los franceses han perdido a más de una treintena de hombres y tienen más de un centenar de heridos graves.

Continua en: La butte de Vauquois: la guerra bajo tierra (II)

15 ago 2011

La Kadaververwertungsanstalt, o el arte de hacer pastillas de jabón con cadáveres de soldados alemanes




Jabón y sebo hecho a base de cadáveres de soldados alemanes caídos en el frente. Increíble, pero cierto. Esta 'historia para no dormir' fue una de las mejores 'perlas' que el War Propaganda Bureau (WPB) de Charles Masterman logró inventar y, peor, vender a la prensa británica y mundial.
La espeluznante historia del Kadaververwertungsanstalt (Fábricas para la transformación de cadáveres) apareció publicada en The Times y el Daily Mail a mediados de abril de 1917. Ambos medios, propiedad de Lord Northcliffe, fueron utilizados por el WPB y, especialmente, por el gobierno británico de Lloyd George para castigar todavía más a la ya denostada Alemania, en términos informativos. La tesis de Dilke de los 'cables submarinos británicos como la mejor de las fortificaciones británicas' cobraba sentido. El artículo del The Times 'Germans and their dead' 'solamente' se hacía eco de un breve aparecido en el periódico belga L'Independance belge (publicado en el Reino Unido) que a su vez había recogido la notícia de otro diario belga, La Belgique, editado en Holanda, que había 'transcrito' una noticia del diario alemán Berliner Lokal-Anzeiger que hacía referencia al uso de cadáveres para la fabricación y manufactura de grasas de tipo animal.
La cuestión, y aquí radica parte del 'enigma' es que mientras que el breve del diario alemán contenia apenas cincuenta palabras, el suceso en el medio belga ocupaba más de quinientas. Y lo más importante: que mientras el breve alemán se refería a animales de carga (caballos, mulas u otros), los belgas lo convirtieron en 'carne humana'.
La historia se situaba en la localidad francesa de Evergnicourt donde un testigo informó de la descarga contínua de cadáveres de soldados alemanes que eran trasladados a una fábrica de transformación de grasas animales para su 'procesamiento'. El producto final, corroboraba el testigo, eran pastillas en forma de jabón que posteriormente servirían para la elaboración de explosivos. La crónica, además, cobraba sentido dada la creciente y acuciante escasez de estos materiales por el bloqueo británico contra los imperios centrales.
El 'cuento de terror' ya circulaba sin freno. La prensa internacional, concretamente el New York Times, se hizo eco de la macábra notícia. Era el 20 de abril. Curiosamente, los Estados Unidos de América habían declarado la guerra a Alemania el 6 de abril. Los aliados habían vuelto a ganar la guerra informativa, y el público norteamericano no podía dudar ante semejante atrocidad: cadáveres de soldados convertidos en sebo y glicerina.
El relato de Kadaververwertungsanstalt no se limitó solamente a las grandes cabeceras. Semanarios de actualidad, magacines ilustrados y publicaciones de tipus humorístico hicieron su 'agosto' particular con la historia de los 'soldados convertidos en jabón'. Una de las publicaciones en extraer mayor jugo fue la británica Punch que aprovechaba cualquier suceso de entidad para convertirlo en una tira cómica, siempre con grandes repercusiones mediáticas. Tal y como se ve en la ilustración que abre el post, la mayestática y omnipotente figura del Kaiser Wilhelm II señala el destino final del inocente soldado que se encuentra a su lado, y le indica que vivo o muerto cumplirá su deber con la patria.
El episodio de los cadáveres convertidos en sebo llegó a los círculos políticos, incluso llegó a debatirse su veracidad en la Casa de los comunes británica. Allí, bajo la estricta supervisión del Subsecretario del Foreign Office, Lord Robert Cecil, se declaró que el gobierno británico no tenía ningún argumento, a banda de los publicados en los medios, para dar por cierta semejante historia. Concluía, además, que había recibido una nota del gobierno alemán donde se negaban los hechos.
Aunque la cuestión fue diluyéndose a tenor de los acontecimientos militares sucedidos en 1917, no cabe duda de que la 'historia de los cadáveres alemanes' tuvo una gran repercusión mundial y consiguió los frutos esperados. La idea que subyacía bajo la escabrosa actividad de transformar cuerpos en sebo seguía la constante del WPB que buscaba ante todo, y costase lo que costase, describir y identificar Alemania como un pueblo incivilizado, bárbaro y carente de las normas más básicas de humanidad.
Pasada la guerra, en 1925, la historia volvió a salir a la luz. Aunque con informaciones controvertidas, y luego negadas por él mismo, parece que el que fuera Jefe de la Inteligencia militar británica, el general John Charteris asumió la 'paternidad' del bulo durante unas conferencias realizadas en los Estados Unidos. Durante una de ellas, parece ser que relató cómo manipuló dos imágenes en que en una se observaba como descargaban cadáveres de soldados alemanes, mientras en otras se veía como transportaban caballos muertos para su procesamiento en abonos o fertilizantes.
Charteris evidentemente lo negó todo, sin aclarar nada. El caso volvió otra vez al Parlamento británico y volvió a cerrarse de forma definitiva negando cualquier veracidad al asunto. Cuentan los testigos que oyeron a Charteris, que éste buscaba, ante todo, el apoyo chino contra Alemania, por su veneración por los muertos. Tampoco se sabrá si esto último era cierto.
Lo único contrastable fue que los aliados ganaron otra batalla propagandística y que aumentaron la nòmina de atrocidades que los alemanes jamás cometieron.

Fuentes:

Dilke, Charles. Imperial defence. Westminster : Constable & Co., 1897.
Knightley, Phillip. The First Casualty: The War Correspondent as Hero and Myth-Maker from the Crimea to Kosovo. Johns Hopkins University Press. 2002.
Taylor, Phillip. Munitions of the Mind. A history of propaganda from the ancient world to the present era. Manchester, 1995.

24 jul 2011

Vladimir Becić, el pintor de la retirada serbia (III)

Viene de: Vladimir Becić, el pintor de la retirada serbia (II)

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La división Šumadija, como el resto de divisiones del ejército serbio se organizaba a través de los distritos militares, como por ejemplo BDurante la primavera de 1915, Becić realizó una serie de acuarelas al natural de diversos oficiales y soldados de la llamada Division Šumadija (Choumadia en francés). elgrado, Niš, Valjevo, Novi Pazar o Pristina. De cada una de las regiones o distritos militares se formaban diversas unidades. De la Šumadija se incorporaron soldados que irían al 1º o 2º Ban, como al 3º. Los retratos de Becić de la división Šumadija ilustran a soldados de infantería, caballería u oficiales, suboficiales o incluso territoriales.
La serie completa de la Šumadija la forman diez acuarelas. Algunas de ellas fueron publicadas con el estudio a lápiz, superponiendo la acuarela para mostrar el trabajo del artista. De los diez, solo en dos se concentran el genuino estilo del artista croata y el mensaje subliminal. El mensaje que Becić intenta expresar a lo largo de su opus belica es mostrar al ejército serbio como el reflejo de un pueblo sufrido y sufriente en la adversidad, agravada aún más por los reveses militares de 1915. Su trabajo plástico sintetiza los trazos físicos de una nación (eslava) con el carácter resistente y estoico de un pueblo en lucha. No se sabe si Becić estuvo en contacto con la Illustration antes de 1915, su trabajo parece corroborar esa posibilidad. Sus dibujos tienen una clara intencionalidad, no solo de mostrar el sufrimiento de la guerra, sino de mostrar a Francia y al mundo entero el carácter de un pueblo ante sus horas más amargas. Sus dibujos y acuarelas tienen más de epitafio que de memoria visual. Las fotografías que tomó tienen un propósito testimonial, sus pinceles, por el contrario, reflejan el alma serbia.
Becić busca, describe y abusa de rasgos faciales relacionados con el mundo eslavo: miradas límpidas y fijas, aunque hundidas en cuencas abismales, cráneos robustos, pómulos y zigomáticos exagerados, así como bigotes prominentes. El uso de todos estos elementos se concentran - especialmente - en tres de los retratos realizados para la "serie Sumadija".

El veterano de las tres guerras balcánicas, el teniente y el soldado del 10º regimiento recogen todos estos elementos, pero reflejan sobretodo una de las ideas que Becić pretende mostrar al mundo: la determinación del pueblo serbio.


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En el caso del veterano, esa sensación de voluntad inquebrantable se localiza en la mirada. Una mirada fija, con el ceño fruncido, con la vista en el horizonte. Becić se explaya en las miradas y en los gestos faciales. Si bien el busto es una acuarela, la mínima construcción del uniforme deja en evidencia que lo que el artista quiere destacar es el rostro. La mirada y la gestualidad facial del veterano es absolutamente minuciosa y detallista. Dos detalles: la definición de las pupilas y las "patas de galo".

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Si la determinación del veterano se describe a través del rostro, Becić opta por el movimiento en los otros dos dibujos. En ambos casos, tanto el teniente como el soldados están en posición de combate. El primero dirigiendo una carga o ataque, el otro parece estar más a la defensiva. Nótese otra vez el grado de detallismo de los rostros en comparación con otras partes del cuerpo. En el caso del soldado se nota muy claramente. La acuarela del teniente parece un estudio de otra escena donde se ven al mismo personaje con otros dos soldados en plena carga. En ella, el rostro de perfil del teniente (en primer plano) es el ejemplo más claro de todo lo comentado anteriormente: el movimiento, la mirada fija en el horizonte y la gran expresividad facial como elementos que "dibujan" el espíritu batallador e irreductible de un pueblo y un ejército. La escena es un producto para el público internacional. El doméstico vive la dura realidad de la derrota.

Fuentes:

L'Illustration. Janvier-février 1916.
Šuvaković, Miško. Impossible histories: historical avant-gardes, neo-avant-gardes, and post-avant-gardes in Yugoslavia, 1918-1991.
Tonković, Zdenko. Vladimir Becić. Društvo povjesničara umjetnosti SR Hrvatske, 1988.

10 jul 2011

Vladimir Becić, el pintor de la retirada serbia (II)

Viene de: Vladimir Becić, el pintor de la retirada serbia (I)




"Transporte de heridos sobre un carro macedonio", otro dibujo al natural, es una mirada omnisciente a la tragedia. Desde una cuneta del camino, Becić y el espectador son testigos de la dureza de la derrota. No solo para los que pueden valerse por si solos, sino para aquellos los heridos que a su pesar anímico han de añadir la impotencia física y el dolor. En el "Transporte de heridos", como en los dos dibujos siguientes, se reflejan los dos valores más paradigmáticos del trabajo de Becić sobre la retirada y derrota serbia. La resistencia estoica y la dignidad de un pueblo ante la adversidad son ... que el artista quiere mostrar al mundo. El tono dramático del dibujo provocan, en cierta manera, una catarsis que puede llevar al espectador a sentir una gran admiración por el drama serbio. La misericordia no tiene lugar, solo la admiración por un pueblo que lleva con enorme dignidad el infortunio de saber derrotado, pero no vencido. Y esa es la idea que intenta Becić imprimir en sus dibujos y acuarelas.
Su principal interés reside en mostrar al mundo el impresionante porte del pueblo serbio a pesar de la derrota. Las testas cabizbajas, las espaldas encorvadas, los pies medio hundidos en la nieve de los soldados en retirada. Todo ello es una mezcla de resignación y dignidad. Parece como si el dibujante, augurio del destino serbio, supiese de antemano que Serbia volvería a levantarse de sus cenizas.




"Los supervivientes de la tercera línea serbia" fue realizado en 1916, a partir de algún croquis al natural. Los cinco supervivientes de la escena, ataviados todos ellos con vestimentas improvisadas para el invierno, formaban parte de las veteranas unidades de reserva. El ejército serbio en 1914 se organizó en tres líneas (Posivs en serbio, Bans en alemán). Mientras las unidades de las líneas 1ª y 2ª eran tropas preparadas y mínimamente pertrechadas, los hombres de 3ª línea (Ban) eran en su práctica totalidad reservistas y veteranos de más de cuarenta años de media. Su equipación, por norma general, eran más bien pobre (antiguos fusiles rusos) y con apenas munición. Su aspecto un tanto andrajoso y mísero no es pues una licencia de Becić.
De derecha a izquierda, se puede observar como cada uno de los veteranos supervivientes del batallón serbio representan un actitud o un estado concreto. El primero de la derecha sujeta con determinación su fusil mientras no pierde de vista el camino, en medio de lo que parece una ventisca de invierno. Su mano izquierda, claramente desproporcionada y superlativa respecto a la cabeza, expresa una indisimulada determinación de lucha. El siguiente en formación, cabizbajo y abatido, sujeta con los dos brazos el atillo que se ha hecho con el fusil y las pocas pertenencias que le quedan. Es la clara imagen del cansancio y del sufrimiento. Sus botas, medio hundidas en la nieve, dibujan un movimiento renqueante y vacilante como si, a pesar del esfuerzo, le fuese imposible seguir el ritmo. Por ello, parece como si el primer superviviente por la derecha vigile a su compañero manteniéndose como "escoba" en la formación. La misma misión parece tener el primer superviviente por la izquierda ya que mantiene su mirada hacia atrás, en actitud vigilante hacia el resto del grupo. De porte más airoso, a pesar de sostenerse en un improvisado bastón, mantiene su mirada en el superviviente que parece más agotado. Con su gesto parece inquirirle si es capaz de seguir. Los otros dos veteranos, espacio central de la escena, completan el patético cuadro. Becić es un maestro del claroscuro, y juega perfectamente con las sombras en las caras de los sufridos y veteranos supervivientes.
El ejemplo más claro es el segundo soldado por la izquierda, el que parece ocupa el primer plano. De su rostro, el hueso zigomático (malar) destaca gracias al impresionante trabajo con el claroscuro que logra Becić. La cara del soldado, curtida y de marcadas facciones, le proporcionan una aire de rudeza y resistencia que aportan al grupo ese ingrediente de dignificación que siempre busca el autor en sus trabajos. Un detalle: en "El interrogatorio del rey Pedro", el personaje real también es representado con esa aureola de dureza, gracias -en parte- al "sombra zigomática de Becić".

Continua en: Vladimir Becić, el pintor de la retirada serbia (III)

2 jul 2011

Vladimir Becić, el pintor de la retirada serbia (I)



Vladimir Becić, en ruta con el ejército serbio



Cuando Vladimir Becić se alistó en el ejército serbio en el agosto de 1914, poco podía imaginarse que sus pinceles y carboncillos ilustrarían al mundo entero la trágica derrota serbia durante el otoño y el invierno de 1915. De nacionalidad croata, se enroló voluntario para luchar contra los austrohúngaros, pero su experiencia militar fue breve. En 1915, su formación artística, y algún que otro contacto, lo convirtieron en corresponsal gráfico del ejército serbio.
Nacido en 1886 (Slavonski Brod, Croacia), decidió compaginar su pasión por el arte con los estudios de derecho. En 1905, su talento artístico se impuso y abandonó la toga por el lápiz y el pincel. El estudio en Zagreb de Menci Clement Crncić, uno de los fundadores del arte moderno croata, se le había quedado pequeño y decidió dar el salto hacia la bulliciosa Munich. Allí, acudió al famoso estudio de Heinrich Knirr, famoso por realizar treinta años más tarde algunos de los retratos de Hitler más destacados. Knirr alternó las clases en su estudio con la cátedra en la prestigiosa Münchener Akademie der bildenden Künste. Muy probablemente por esta razón, Becić decidió abandonar el estudio de Knirr por las clases en la Akademie con Hugo von Habermann.

Vladimir Becić fue uno de los numerosos croatas que estudiaron en la Akademie. La impronta de este círculo fue tan importante en el arte moderno croata que los propios historiadores del arte bautizaron esa generación como el Münchenski Krug o Círculo de Munich. El ‘estilo croata' de Munich presentaba una expresividad muy cercana al impresionismo, combinando la tradición de Velázquez o Goya con lo moderno de Manet o Leibl.
El período muniqués fue fructífero, en 1909 viajó a Paris. Allí entró en la heterodoxa La Grande Chaumiére, lo que le proporcionó un primer contacto con el periodismo gráfico como dibujante para la revista Le Rire. Parece ser que sus trabajos trascendieron. Al año siguiente le propusieron hacer una muestra en Zagreb. Establecido de nuevo en Croacia, los años previos a la guerra estuvo alternando pequeñas estancias artísticas en Osijek, Belgrado y Bitolij.
El estallido de la guerra lo sorprendió en Belgrado. Aunque las noticias sobre su periplo en el ejército serbio son poco fiables (por falta de documentación), se sabe gracias al corresponsal de l'Illustration Robert Vaucher, que Becić fue nombrado 'pintor oficial' del ejército serbio al poco de alistarse como voluntario. Pero no se limitó a pintar y dibujar. Gracias a un reducido equipo fotográfico logró tomar numerosas instantáneas del frente balcánico. Algunas de las fuentes consultadas desvelan que la relación con el ejército serbio venía de 1913 cuando Becić fue enviado a los territorios macedonios conquistados durante la Segunda Guerra Balcánica. Se desconoce, no obstante, si solo dibujó o también fotografió paisajes.
El hecho es que Vladimir Becić estaba al cargo de la representación visual del ejército serbio a inicios de 1915. A pesar de la notoria y excelente actuación de los serbios contra la invasión austrohúngara durante 1914 y principios de 1915, el final del año seria testigo del desastre serbio. Anulada parcialmente la amenaza rusa en el frente oriental, las Potencias Centrales con Alemania a la cabeza, decidieron asestar el golpe final a la 'incómoda' Serbia. Aunque la 'solución serbia' se centró exclusivamente en el factor estratégico, el ánimo de revancha jugaria un papel primordial. Bulgaria, recién incorporada a la Triple Alianza (finales de septiembre de 1915) buscaba resarcirse del Tratado de Bucarest de 1913 y ansiaba ajustar cuentas con Serbia, principalmente. Y la monarquía austrohúngara deseaba aniquilar a su vecino incómodo por encima de todo. La meritoria defensa serbia contra los avances austríacos había dejado en un pésimo lugar el papel del Kaiserlich und Königliche Armee (K.u.K.) durante los primeros meses de la guerra.
La campaña terrestre contra Serbia comenzó el 7 de octubre de 1915. Un mes antes, el 8 de septiembre, la aviación alemana y la artillería pesada austroalemana habían comenzado a martillear y hostigar Belgrado. A los pocos días, la situación en Belgrado se había convertido en insufrible, sobretodo para la población civil, que comenzó a huir hacia el interior del país. La invasión de Serbia se llevó a cabo en dos frentes, por el norte con el XIº ejército alemán, el IIIº austríaco y el Iº búlgaro, todos ellos al mando del mariscal de campo August von Mackensen. El segundo frente, al oeste, estaba formado por el IIº ejército búlgaro que entraría por la Macedonia serbia con el objeto de rodear los restos del ejército serbio con el fin de hacer una pinza entre el frente norte y el oeste. La situación del ejército serbio era desesperada, no solo por la derrota y la dura retirada, sino por verse obligado a abandonar su país, dejando a la población a merced de los invasores. La retirada fue penosa. La orografía serbia, dura para el invasor, resulto trágica para el ejército en desbandada, pero sobretodo para los civiles que seguían a sus tropas.
La derrota serbia quedó patente desde los primeros compases de la ofensiva austroalemana y búlgara. El impresionante despliegue artillero anorreó a las primeras de cambio unas defensas serbias, que habían soportado los intentos austrohúngaros durante 1914.
En la crítica decisión de retirada, pesó en el ánimo de los mandos serbios el componente estratégico: evitar ser rodeados y aniquilados. El éxodo serbio fue duro y penoso. Los aliados intentaron por todos los medios interponer en la Macedonia serbia un ejército que frenase a los búlgaros en su movimiento de tenaza, pero los intentos fueron infructuosos. Serbia estaba perdida. La única solución era replegarse y huir hacia el sureste, hacia Albania y el mar, ya que Montenegro había sido invadida por fuerzas austrohúngaras. Allí, en las costas albanesas les esperaban buques italianos, y algún que otro francés, que trasladarían el grueso de las tropas serbias a la isla de Corfú. El resto serían enviados a territorio griego, a Tesalónica.

Retratando la retirada
El pintor croata compartió parte de la dura travesía con los restos del ejército serbio, una parte del séquito real (el rey Petar Karageorgevic -Pedro- I y el príncipe Aleksandar) así como un gran número de ciudadanos serbios que vieron en el exilio su única salida. La obra pictórica y fotográfica de esas semanas está completamente amarada de abandono, desasosiego y desesperación. En su relato para la Illustration afirmava:

“despues de quinze días, el torrente de exiliados era imparable, los ancianos y los niños dormían sobre lechos de hojas y poco más a lo largo del camino. Observaban atónitos como el ejército avanzaba sin apenas haber combatido y no comprendían nada. Se acercaban a las columnas y les preguntaban: ‘Que debemos hacer?’ y regimiento por regimiento, los soldados les respondían: ‘Volved a casa, esperad al enemigo’”.

Aunque existen numerosas lagunas sobre la localización de Becić después de pasar la frontera serbia, se sabe que logró llegar hasta Roma y de allí finalmente a París. Allí contactó con el periodista suizo Robert Vaucher que hacía de freelance para la Illustration. Vaucher cubría los frente italiano, serbio, ruso y polaco. Fue así, como gracias a Vaucher, Becić testimonió los hechos acaecidos en Serbia durante el otoño y parte del invierno de 1915. El reportaje titulado "La Malheurese Serbie, récit d'un réfugié serbe" (La Serbia desgraciada, testimonio de un refugiado serbio) apareció publicado en el número 3800 (1 enero de 1916) de la Illustration. En una extensión de ocho páginas, alterna el testimonio de Becić con fotografías y dibujos a doble página. Aunque la narración de los hechos es vigorosa y de un extremo dramatismo, lo que llama realmente la atención son los dibujos y acuarelas que Becić realizó durante el duro periplo.
Becić alternó la fotografía con la pintura y el dibujo, siendo estos últimos los destacados. Sus fotografías son simples instantáneas, sin apenas implicación o sentimiento. Captan la fuga, la huida desesperada. En cambio, su obra plàstica narra lo inexpresable: las horas más amargas de un pueblo en el rostro de sus soldados.
Cronológicamente no está muy claro cuando se realizaron algunas de sus obras. Aunque todas sus piezas van firmadas, no todas llevan fecha, y aunque la Illustration las identificase como dessins d'après nature (dibujos al natural), se sospecha que algunas acuarelas a color, especialmente las de la Division Choumadia (Šumadija) fueron realizadas en el exilio y con toda la tranquilidad, con estudios o croquis que había tomado durante la campaña de 1915.

Los dibujos y acuarelas
De una docena y media de dibujos, se han seleccionado ocho. De éstos, tres están dentro de la llamada serie Division Šumadija, que es una pequeña colección de croquis y acuarelas que realizó durante la primavera y el verano de 1915, y que anticipan el ‘estilo Becić’.



"Pedro I con los prisioneros alemanes"
Datado el 8 de noviembre de 1915, la escena muestra al rey serbio manteniendo una breve conversación con un prisionero alemán en la carretera que lleva a Pristina, Kosovo. Becić describe una parte del periplo real:

“Ni es el primero, ni el último del ramado que va Krouchevats a Pristina. Ha abandonado su automóvil. Y se va solo con su aide de camp. No ha querido requisar un vehiculo en el que viajaban una mujer con su marido. Se ha subido a un cajón de artillería arrastrado por un par de bueyes. Se ha sentado sobre un nido de paja y se ha tapado hasta las rodillas con un abrigo. [...] Su porte es majestuoso, más aún que una lujosa carroza de paseo, él pasa entre medio de su pueblo, que lo admiran llorando y que guardarán para si esta visión heroica de entre las páginas más bellas de su historia.”

Ataviado con uniforme militar, Pedro I mantiene un porte especial, ‘elevándolo’ del duro momento que vive la nación serbia. La estampa del rey inquiriendo al prisionero alemán ofrece algunos de los conceptos más reiterados en las representaciones de Becić: la dignidad ante la adversidad y la irremediable tragedia. La sensación de firmeza ante la dêbácle proviene de la figura real, de su marcado perfil. Los pómulos sombreados, un espeso y poblado bigote, su mirada felina, la visera hasta la nariz y una actitud postural de carácter mayestático consiguen imprimir a la situación un impresionante aire de suficiencia, alejada totalmente de la realidad. Mientras las miradas de la comitiva es de claro desdén hacia los alemanes, la actitud del rey expresa una gran determinación dentro de la calma. A pesar de ser un croquis, algunos detalles están muy elaborados. Los soldados alemanes se encuentran en posición de firmes ante la presencia del rey, lo que le aporta un ingrediente más de respetabilidad y dignidad. El dibujo ilustra perfectamente la descripción inicial que hacia Becić sobre el monarca serbio, reafirma la imagen de una figura que a pesar de la adversidad mantiene el pulso de Serbia.

Continua en: Vladimir Becić, el pintor de la retirada serbia (II)

10 jun 2011

Blaise Cendrars en la Gran Guerra: La Main coupée


Considerada una de las figuras literarias más destacadas y peculiares de la letras francesas del siglo XX, la biografía de Blaise Cendrars, Fréderic Louis Sauser de nacimiento, es una mezcla de episodios grotescos e historias increíbles. Aprendiz de relojero en su Suiza natal, marchante de joyas en Rusia, copista de manuscritos en bibliotecas rusas, pseudoperiodista en Paris, figurante, actor fracasado en Estados Unidos y un largo etcétera forman un curioso currículo.A pesar de esta cómica amalgama de ocupaciones y labores, su opus literaria habla por si sola. Cualquier estudioso que quiera sumergirse en la dilatada y excéntrica vida del célebre escritor de Neuchâtel -nacionalizado francés en 1916- se encontrará con luces y sombras.
De entre las fases más 'brillantes' de Cendrars, figura su experiencia como soldado en el ejército francés durante la Primera Guerra Mundial.Aunque se trató de un episodio traumático - perdió el brazo derecho - , el bautismo de fuego y las cenizas del mismo (su pseudónimo proviene del término 'cendres', cenizas) le proporcionaron una visión más pesimista y ácida de la existencia que quedaría patente en su obra. El Cendrars de 1914 difiere, y en mucho, al Cendrars de 1918. La Main coupée es su Rubicón.
La Main no es una obra realizada al abrigo o al reflujo de la guerra, al contrario. Aunque Cendrars realiza una primera versión en 1918, no será hasta la Segunda Guerra Mundial durante su 'exilio' en la Provenza cuando al conocer la muerte de su hijo en África decide reemprender el relato de sus experiencias y reflexiones sobre la Gran Guerra, en forma de una tetralogía. La Main coupée (La mano cortada, 1946), constituye el segundo de los libros de esa tetralogía que completan L'Homme foudroyé (El hombre fulminado, 1945), Bourlinguer (1948) y Le Lotissement du ciel (La urbanización del cielo 1949). Pseudoperiodista panfletario en la Paris de la segunda década del siglo, Cendrars vio en el estallido de la Gran Guerra la posibilidad de 'luchar' por su patria de adopción. Alistado en la Legión extranjera a finales de 1914, vivió en sus carnes la crudeza de la guerra en sí misma, pero aún más el desprecio que sentía y manifestaba gran parte de l'Armée hacia la Legión extranjera, de dudosa reputación -especialmente por sus miembros- aunque con un prestigio militar fuera de duda.
La Main coupée narra el periplo de Cendrars por la dura guerra de trincheras desde finales de 1914 hasta septiembre de 1915, cuando en una de las fases de la batalla de la Champagne pierde el brazo y es licenciado.
La Main ni oculta ni tamiza. Es guerra en estado puro, pero no en un estricto sentido jungeriano de la Res bellica. Adopta, queriendo o sin querer, un aire de Dorgelès y de Barbusse. Más francés, más desinhibido, más humano. Y menos castrense que Jünger, divaga en consideraciones morales que también supuran Chevalier o Duhamel. Cendrars nos 'confiesa' que la guerra es terrible, pero aún peor es la humanidad que la ha creado y la alimenta sin fin. Cendrars se amara del sinsentido. Algunos de los pasajes más duros y escabrosos los narra con una especial mezcla de cinismo e ironía.
La distancia temporal entre los hechos y la obra no es gratuita. Mientras la descripción del tedio de las trincheras, de las horas muertas o del resentimiento hacia los gendarmes y emboscados es vívido y fresco, en otros capítulos se nota el peso de la reflexión de más de dos décadas sobre lo sucedido. Las reflexiones más íntimas reposan sobre tres temas. El primero, su 'fidelidad' incondicional hacia los compañeros de pelotón. El segundo, su desprecio más absoluto hacia todo lo relacionado con el mundo castrense, empezando obviamente por sus superiores, con raras excepciones. El postrer aspecto, y quizá el más notorio, es su odio visceral hacia todo lo alemán, sea o no militar.
Ocupado más en temas logísticos que en ofensivas militares, su vida en el frente transita por las tres esferas enumeradas. Las dos primeras, el compañerismo de guerra y el odio hacia el stablishment castrense, son leitmotivs muy recurrentes en la literatura testimonial de guerra. El tercero es denominación de origen 'Cendrars', tal y como expone Audoin-Rouzeau en su análisis. La situación que vive Francia durante la Segunda Guerra Mundial, junto a la muerte de su hijo, radicalizan la visión del enemigo, a pesar de haber transcurrido más de veinticinco años.
Esta visión irracional del enemigo de Cendrars es una excepción al testimonio de guerra. No se limita a enumerar experiencias y refriegas, las 'aliña' con un poso de odio casi extremo y a momentos enfermizo. Sirva como ejemplo el pasaje de la captura y traslado de un prisionero alemán o el episodio del perro emisario. El ritmo narrativo es intenso, a instantes trepidante. En otros pasajes, sin embargo, consigue transmitir perfectamente el tedio de la guerra al lector. El lenguaje es muy creíble tanto por la terminología como por el argot. No evita ni un solo insulto o palabra malsonante que considere imprescindibles para recrear el clima. No hay que perder de vista que estava en la Legión extranjera.
Los diferentes episodios del libro narran desde la descripciones y hazañas de sus compañeros hasta las cuestiones más baladíes. Algunas están envueltas en una aureola un tanto misteriosa, como el cas del inspector que se traslada hasta el frente para interrogarlo, o la epopeya con la barcaza por un afluente del Somme.Curiosamente, el suceso menos descrito es el de su mutilación durante el combate. Solo una mención sui generis, más propia de Freud que de un veterano de guerra.
La Main coupée de Blaise Cendrars no entrará en los anales de la literatura universal. Sin embargo, y desde una visión más reducida del género 'testimonio de guerra', su obra aporta otra versión más de lo que fue y representó la Gran Guerra para una gran parte de los que participaron: un negocio sucio y evitable.

Muy recomendable.

Fuentes:

Audoin-Rouzeau, S. et J.J. Becker. "Blaise Cendrars et la "Main coupée". En Guerres et Conflits contemporains, n° 175, juin 1994, pp 21-35.
Cendrars, Blaise. La Main coupée. Paris : Denoël, 1993. [Original]
Cendrars, Blaise. La Mano cortada. Barcelona : Argos Vergara, DL 1980. [Traducción: Nuria Sales de Bohigas]

27 feb 2011

La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (IV y final)


Viene de: La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (III)

Los combates del 1º de noviembre se preveían más cruentos que los días precedentes. No fue así. El escenario principal se desplazó del frente del Ir cuerpo en el canal Ypres-Comines al del cuerpo de caballería, también en el canal. Al norte, aunque el empuje alemán no era especialmente vigoroso, cogió las líneas de las divisiones 1ª y 7ª ‘desajustadas’, así como las de la 3ª división de caballería. Los combates que se habían prologando la noche previa alrededor de Wytschaete y Messines habían debilitado enormemente al cuerpo de caballería. Los alemanes habían logrado romper su línea por algunos puntos, que los británicos no habían logrado cerrar. Los alemanes no lanzaron el ataque principal hasta el mediodía, con las divisiones 6ª y 26ª en vanguardia. Wytschaete, en manos alemanas desde las dos de la mañana, resistió los embites aliados hasta las seis de la tarde del día siguiente cuando los ingleses (3ª división) y franceses (divisiones 32ª, 43ª y 5ª brigada francesa) los desalojaron. Los alemanes también perdieron Messines. La 1ª división alemana de caballería se retiró hacia las posiciones atrincheradas al norte de Wulverghem debido a la ‘presión’ de los XVIº y XXº franceses y la caballería de Conneau. La situación aliada parecía haber dejado de ser crítica. Los ataques alemanes, sin embargo, no cesaron. Al día siguiente, 2 de noviembre, la nueva división alemana, la 3ª (a la izquierda de la 6ª de reserva) entró en combate. Los combates se alargaron durante todo el día. Al anochecer, Wytschaete y alrededores volvían a ser alemanas. Los franceses apenas conservaron las laderas de la cresta situadas al oeste de Wytschaete. El general D’Urbal no se resignó a dar por terminada la ofensiva aliada. Los ataques franceses del día 2 chocaron con la tenaz defensa alemana y los ataques de la 3ª división. Sólo en la línea Merckem-Bixschoote los ataques franceses consiguieron algún avance. El 5 de noviembre, D’Urbal recibió órdenes directas de Joffre de retirarse con su VIIIº ejército hacia otros escenarios más ‘necesarios’. Joffre consideró que Flandes se había estancado. Mientras, la ‘seventh’ británica fue relevada por dos brigadas del IIº cuerpo, el IXº francés había tomado parte del frente del Ir cuerpo británico. Los días 6 y 7 de noviembre unidades de las divisiones 1ª y 7ª junto con tropas de la 7ª brigada de caballería recuperaron algunas posiciones en la zona de Zwartelen. El 7 y el 8 de noviembre los francobritánicos atacaron a la 3ª division alemana, al este del bosque de Herenthage, con apenas ganancias. A pesar de los avances, los alemanes consideraban la ofensiva por Ypres un fracaso. Querían evitar a toda costa el estancamiento, como en el Yser. Determinados a asestar el golpe definitivo, crearon un nuevo ejército al mando de Von Linsingen. El grupo Linsingen lo formaban el IIº cuerpo procedente del VIº ejército, el XVº cuerpo de Deimling, y tropas de la ‘Garde’ comandadas por Plettenberg. El ‘ejército’ de Linsingen se situó a la izquierda del grupo de Von Fabeck con órdenes explícitas de romper el frente y arrollar al enemigo en el sector al norte del canal Ypres-Comines. Von Fabeck cubría el flanco de Lisingen. El ataque previsto para el 11 de noviembre se inició con un avance en toda la línea del IVº ejército, de Diksmuide a Polygon wood. Los combates durante ese día recibieron el nombre de batalla de Nonne Boschen. 

La batalla de Nonne Boschen, 11 de noviembre de 1914

Con la cresta de Messines (Messines ridge) en su posesión, había grandes esperanzas en las fuerzas de Linsingen apostadas a lo largo de la Menin road. La estrategia consistiría en que Linsingen avanzase hacia Ypres, mientras Von Fabeck capturaba Poperinghe, situada más al oeste. Doce divisiones y media atacaron entre Messines y Reutel, un frente de unos 15 kilómetros. Tras dos horas de intenso fuego artillero sobre las posiciones británicas – el más intenso hasta el momento en el frente occidental – los alemanes atacaron a las nueve y media de la mañana con la niebla de cobertura. A pesar del eficiente ‘camuflaje’, y de la escasa distancia a la que se encontraban las posiciones francobritánicas (brigadas 1ª y 9ª, así como tropas de los zuavos franceses), los alemanes no consiguieron grandes ganancias en la carretera hacia Ypres. Las tropas aliadas resistieron. La situación más crítica se localizó al norte de la carretera, en Shrewsbury forest donde la frágil defensa británica (1st Guard brigade de FitzClarence) fue ‘arrollada’ a la bayoneta por las tropas de élite de la ‘guardia prusiana’ que formaban el ala izquierda del ataque alemán. La brigada de FitzClarence se ‘retiró’ al sudoeste de Polygon wood, dejando una brecha de casi un kilómetro que los alemanes no desaprovecharon. A las diez de la mañana, varios grupos de atacantes entraron por el hueco de las líneas británicas y se internaron en Nonne bosschen (bosque de la monja) sin encontrar apenas resistencia. La 2ª división británica corría el riesgo de ser arrollada por el flanco, pero, por suerte para los británicos, el avance alemán logró frenarse en los lindes occidentales del bosque. Al mediodía, y tras una maniobra desesperada de Haig, unos 500 hombres del 2º regimiento de los Oxfordshire junto con la infantería ligera de los Buckinghamshire lograron expulsar a los alemanes tras una ‘heroica’ carga a la bayoneta. Al anochecer, Nonne Boschen volvía otra vez a manos británicas. Los ataques en el bosquecillo de Inverness y el dirigido a la derecha contra el bosque de Herenthage por la ‘Garde’, a pesar de algunos éxitos iniciales, fue desmontado al poco. Más al sur, el XVº cuerpo alemán se ‘conformó’ con la captura la de la colina 60 (Hill 60), mientras unidades del IIº cuerpo bávaro consiguieron ligeros avances al norte de Wytschaete.Durante los días siguientes los alemanes atacaron de forma intermitente, especialmente en el sector de Klein Zillebeke con apenas resultados, mientras Ypres seguía siendo ‘martilleada’ por la artillería alemana que había logrado destruir la Lakenhalle y la iglesia de S. Martin. El ataque alemán del 11 de noviembre fue el epílogo de la 1a batalla de Ypres. Ambos contendientes estaban exhaustos después de casi un mes de combates ininterrumpidos. Las bajas habían sido muy considerables, y la ausencia de municiones en cantidad les obligó a posponer futuros ataques en el sector. El 15 de noviembre, el general francés D’Urbal decidió suspender cualquier ofensiva en el sector, ‘fortificar’ y consolidar las posiciones y dar un descanso merecido a la práctica totalidad de tropas francesas que habían estado luchando en el sector de Flandes. Los alemanes también necesitaban descansar después del prolongado esfuerzo bélico. El 17 de noviembre y después del fracasado ataque del 11 por parte de la 4ª división en el bosque de Herenthage, el comandante del IVº ejército decidió parar la ofensiva. La decisión se basó ‘por la decreciente fuerza bélica de las tropas después de semanas de interminable lucha, y sobretodo por las pésimas condiciones climatológicas’. 

Epílogo 

Ypres demostró a los aliados que el esfuerzo conjunto sería imprescindible de cara al resto del conflicto. En el caso británico, la profesionalidad y, en algunos casos, grandes dosis de heroismo permitieron que el pequeño contingente de la BEF (los Old Contemptibles) consiguiese, con la vital ayuda francesa, resistir los violentos y decisivos ataques de la infantería alemana. No fue un esfuerzo gratuito: después de un mes y medio de combates la BEF había perdido casi 2.300 oficiales y más de 50.000 soldados, entre muertos, heridos y desaparecidos. El 21 de noviembre las tropas británicas fueron retiradas del saliente de Ypres (Ypres salient) y fueron reemplazadas por unidades francesas. Los cuerpos Iº y de caballería de la BEF se mantuvieron en reserva de los franceses. Cuando se hubo estabilizado definitivamente el sector de Ypres, se decidió que los británicos se situasen a lo largo del frente entre el canal de La Bassée en Givenchy y el sector de Wytschaete. Los combates prosiguieron en el ‘saliente de Ypres’, pero no revistieron la violencia y determinación de los de octubre y noviembre de 1914. El duro invierno de Flandes (lluvias, nieve, lodo, frio intenso, ...) y el contínuo bombardeo de las posiciones aliadas hicieron de Ypres un infierno. 1915 sería otra historia, aunque muy parecida. La principal novedad es que ya se sabía que la guerra no sería corta. 

Fuentes: 

Beckett, Ian. Ypres: the first battle, 1914. London : Longman, 2006. 
Farrar-Hockley, A. Ypres 1914: death of an army. London : Pan, 1970.

20 feb 2011

La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (III)

Viene de: La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (II)


A todo esto, la ‘inminente’ rotura del frente belga (Yser) no se había producido. Para ayudar a sus camaradas en la zona de la costa belga, y sobretodo para ‘camuflar’ la llegada de refuerzos hasta la línea de frente con los británicos, el XXIII, XXVI y XXVIIº llevaron a cabo ataques diversorios en todo el frente. A pesar de la persistencia y coraje de los ataques alemanes, éstos no solo no avanzaron sus líneas sino que, en algunos casos, se vieron obligados a retirarse en algunas posiciones. El único éxito de los ataques alemanes del 28 de octubre fue la captura de la población flamenca de Kruiseik, que fue arrebatada a la ‘seventh’ (7a) division británica. También en el sur, los alemanes lograron poner en aprietos a las tropas británicas del IIº y IIIr cuerpo británico, que desde el 23 de octubre estaban asistidos por la division Lahore que había reemplazado a la caballería francesa de Conneau.

Episodios críticos en la batalla de Ypres, 29 de octubre – 8 de noviembre

El 29 de octubre, los cuerpos XIXº y VIIº alemanes lograron ‘empujar’ la línea británica hacia el sector de Givenchy-oeste de Neuve Chapelle, al sudeste de Armentières-Messines, donde el cuerpo de caballería británico, situado a la derecha, aguantó. Los combates fueron muy crudos y sangrientos, sobretodo el 28. El IIº cuerpo muy reducido, tuvo que ser relevado por el cuerpo indio, bajo las órdenes de Willcocks. A su vez, el XVIº cuerpo francés fue enviado el 26 de octubre para reforzar al IXº francés, ya exhausto. Las órdenes consistían en reforzar el IXº en la zona al sur del bosque de Houthulst con la idea de proseguir el avance hacia Roulers. A pesar del ataque del 28 de octubre -sin mucho éxito-, las órdenes que tenía D’Urbal (VIIIº ejército) eran proseguir el ataque. La línea de frente que mantenía el VIIIº francés eran el 4º de caballería, las divisiones territoriales 87ª y 89ª, las divisiones de caballería 5ª y 7ª, la división 31ª, perteneciente al XVIº cuerpo, el IXº cuerpo y la 6ª division de caballería. La línea iba desde el Yser, justo por encima de Diksmuide, hacia las vertientes meridionales y occidentales del bosque d’Houthulst pasando por el oeste de Poelkapelle y Passchendaele hasta llegar a Becelaere. El flanco izquierdo de la línea estaba cubierto por la brigada francesa de los ‘fusiliers marins’ que aún aguantaba en Diksmuide, y en el flanco más oriental estaba el Ir cuerpo británico. Los alemanes estaban dispuestos a echar el resto por romper la línea francobritánica. Junto a una serie de ataques en el norte del frente, en la línea del Yser, el IVº ejército alemán estaba preparando una ofensiva total en el frente de Ypres. La nueva ofensiva, sin embargo, la llevaría a cabo el nuevo ejército de von Fabeck. El nuevo ejército lo formaban el IIº cuerpo bávaro, el XVº cuerpo, la 6ª división bávara de reserva, la división 26ª y parte de la artillería pesada que pertenecía al IVº ejército. El 28 de octubre, el ejército ‘Von Fabeck’ se situó entre los ejércitos IVº y VIº en el sector Wervicq-Deulemont con órdenes de atacar el 30. No iba a atacar solo, el IVº y el VIº le harían la cobertura. El objetivo era atacar el punto más vulnerable del frente: el sector comprendido entre Ploegsteert wood y Gheluvelt que defendían los británicos.

Batalla de Gheluvelt, 29-31 de octubre

La mañana del 29 de octubre, unidades de la 6ª de reserva bávara, bajo la omnipresente niebla matutina, llevaron a cabo crudos ataques preparatorios contra unidades de la 1ª y 7ª divisiones británicas, justo donde se unían, al este de Gheluvelt. Las reservas de la 7ª británica consiguieron rechazarlos, salvo un grupo de trincheras que los ingleses no consiguieron desalojar. Los británicos perdieron Gheluvelt. Los combates fueron muy duros. La lucha fue casa por casa. Pero el contraataque británico triunfó. Al anochecer del 29, los británicos lograron recuperar parte de las posiciones perdidas durante la mañana. Los alemanes, como los ingleses, sufrieron gran número de bajas. Lo peor estaba por venir. Durante la noche del 29 al 30, unidades del ‘grupo von Fabeck’ relevaron parte de la caballería del IVº ejército. La batalla se reanudó a las nueve de la mañana. El XVº del grupo Fabeck, situado a la derecha, ‘lanzó’ sus alas contra las posiciones de la ‘seventh’ inglesa, a la derecha (Menin road) y la izquierda (Zandvoorde), de donde fueron expulsados. El empuje alemán en la zona de Zandvoorde pudo contenerse a duras penas gracias a la intervención de las reservas del Ir cuerpo de Haig. A la izquierda del ataque, el IIº cuerpo bávaro avanzó. A pesar del empuje alemán y de algunas pérdidas, el XVIª cuerpo francés y las divisiones de caballería 2ª y de 3ª pudieron contener el ataque y frenaron el enemigo al este de S. Eloi y Wytschaete. La 26ª bávara falló en Messines contra la 1a división de caballería. Por su parte, unidades alemanas de las divisiones de caballería 1ª y 2ª consiguieron romper las líneas británicas al este de Ploegsteert. Sólo la intervención de la 4ª division británica consiguió frenar los avances alemanes en ese sector. El XIXº alemán, frente la 6ª división británica, tampoco consiguió consolidar sus conquistas en el Bois Grenier. La delicada situación británica, a pesar de la férrea resistencia en todos sus frentes, provocaba cierta ansiedad entre los mandos franceses. Durante una visita al cuartel general de French esa misma madrugada, Foch prometió el envío urgente de algunas unidades francesas con el objetivo de ayudar a los ingleses y apuntalar las maltrechas defensas. Francia también prometió a French cinco batallones y tres baterías artilleras al mando de Moussy, que se situaron cerca de Hollebeke, y otras en el área de Becelaere. Junto a este movimiento de tropas francesas, se decidió que la 32ª división se enviase para apoyar a la caballería situada a lo largo del canal de Ypres-Comines. Antes de que todos los movimientos de tropas se llevasen a cabo, los alemanes volvieron a atacar. Al alba del sábado 31 de octubre la 4ª división británica fue atacada. Los combates se extendieron pronto hacia el norte, donde la 26ª alemana atacó con especial vigor al cuerpo de caballería británico que defendía Messines. Los alemanes capturaron Messines a las nueve de la mañana del 31.Fieros contraataques británicos la recuperaron a la una de la tarde, extendiendo los combates por esta posición hasta bien entrada la noche. Más al norte, la 6ª de reserva alemana atacó en vano las posiciones de las divisiones de caballería 2ª y 3ª, apoyadas por tropas francesas del XVIº cuerpo. Al norte de la Menin road, el IIº cuerpo bávaro y unidades del XVº cuerpo ‘desalojaron’ de sus posiciones a la 1ª division británica. El punto clave seguía siendo Gheluvelt. A las once y media de la mañana, los alemanes habían tomado el control del pueblo y habían roto la línea británica. El camino a Ypres, a tan solo 6 kilómetros, quedaba expedito. La situación para los ingleses era de extrema gravedad. El flanco izquierdo de la 7ª division estava prácticamente rodeado, y la derecha de la 1ª estaba en plena desbandada siguiendo la carretera de Menin. Por si fuera poco, un proyectil alcanzó el cuartel general de la 1ª y 2ª division británica y mató a la mayoría de sus ocupantes. El panorama se estaba complicando y Haig decidió establecer una línea frente a Ypres para aguantar la posición costase lo que costase. El general de brigada Charles FitzClarence, comandante del 1º de los Guards, ordenó a sus última reservas, el 2º batallón del regimento de los Worcestershire que reconquistase Gheluvelt costase lo que costase y que cerrase la brecha en la línea. Dicho y hecho. Los Worcester’s lanzaron un brillante ataque por sorpresa pasadas las dos de la tarde, consiguieron frenar el ataque enemigo en Gheluvelt château y aseguraron sus posiciones para poder atacar de flanco cualquier avance alemán hacia Gheluvelt. La 7ª division británica con unidades de reserva consiguió frenar el flanco izquierdo del XVº cuerpo alemán. El IIº bávaro también logró, por un momento, superar a las unidades de la 7ª división y de la 3ª division de caballería, pero al poco, su avance colapsó. La brecha que había conseguido abrir en el ala derecha de la 7ª fue cerrada ‘in extremis’ por elementos de la 7ª brigada de caballería que logró rechazarlos.

Continua en: La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (IV)

12 feb 2011

La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (II)

Viene de: La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (I)



La batalla de Langemarck, 21-24 de octubre
La mañana del 21 de octubre, Haig -en marcha desde Ypres hacia el nordeste para tomar Brugge (Brujas)- vio frenada su marcha. Las interpretaciones sobre la decisión de permanecer en Langemarck han sido diversas. Se habla de batalla de encuentro, de que Haig estaba advertido de que los alemanes habían tomado Ennetières y La Vallée, que la 6ª división tuvo que retirarse forzadamente o de que la aviación le confirmó el movimiento de un importante contingente alemán desplazándose hacia la zona. Otros más tendenciosos argumentan que la retirada ‘estratégica’ de los franceses en su flanco izquierdo (el de Haig) por la presión del XXIIIº alemán le obligó frenar ‘in extremis’ y a establecer una línea defensiva en el frente Bikschote-Langemarck-Zonnebeke. El hecho final fue que Haig decidió permanecer en Langemarck para frenar el avance alemán, pero sobretodo para defenderse.
A las tres de la tarde del 21, dio órdenes de cavar trincheras y resistir ante el más que probable ataque alemán. La línea de frente se estableció a unos ochocientos o novecientos metros a las afueras de Langemarck. Al caer la noche un precario frente de trincheras se prolongaba desde las posiciones al nordeste de Ypres (Langemarck) hasta el extremo más meridional de las posiciones británicas en Armentières, donde se unían con las que habían cavado las tropas del IVº de Rawlinson.
Al día siguiente, 22 de octubre, las tropas alemanas lanzaron dos importantes ataques contra la línea británica. Uno al sureste contra las tropas de la 7ª división de Rawlinson, y el otro al norte contra las tropas de Haig, divisiones 1ª y 2ª, en la línea de Bixschoote a Langemarck.
El efectivo tiro de fusilería británico repelió en varias ocasiones los ataques en masa alemanes causando enormes bajas entre sus compactas filas. Los alemanes insistieron, y en un sector cercano a Bixschoote (Kortekeer) lograron abrir una brecha entre las filas del 1r regimiento de los Cameron Highlanders (1ª división de Lomax). Por temor a ser rodeados se retiraron, dejando Kortekeer en manos enemigas.
En este punto de la batalla de Langemarck, corre la leyenda –acrecentada por el imaginario popular- de que algunas de las unidades alemanas se lanzaron al ataque entonando canciones patrióticas, como el famoso ‘Deutschland über alles’, como muestra de su ardor y su valentía. El estudio minucioso de la batalla ha puntualizado los hechos. Farrar-Hockley en The Death of an army puntualiza que sí es cierto que algunos batallones alemanes cantaban canciones patrióticas, concretamente la "Wacht Am Der Rheine”, pero que lo hicieron para agruparse y reorganizarse en los momentos posteriores a la batalla para localizar a sus miembros. Otro especialista, Ian Beckett niega casi taxativamente esa posibilidad, acusando a algunos autores alemanes de elaborar semejante historia, para emparentarla finalmente con la mitología nazi.
Un apunte. El episodio de Langemarck por la significación épica y carga ideológica que conlleva – se calcula que murieron miles de jóvenes voluntarios alemanes, la mayoría estudiantes – se convirtió al poco en un hito de la mitología que generó el conflicto en Alemania. El hito de Langemarck, conocido como la ‘Kindermord’, matanza de los inocentes, fue doblemente aprovechada. Durante la guerra sirvió de ejemplo de la valentía y del sacrificio del pueblo alemán y posteriormente, durante el régimen nacionalsocialista, se utilizó para recordar la ignominiosa ‘herida abierta’ que aún suponía la Gran Guerra.

Ese día, y a pesar del impresionante empuje alemán, los británicos lograron cerrar la brecha y sostener el frente con cuantiosas y terribles pérdidas. Para ello, Haig contó con la inesperada ayuda del IXº Cuerpo francés, que el 23 relevaron a la 2ª división de Monro.
Al alba del 23 de octubre, los británicos lanzaron un contraataque que logró retomar Kortekeer. La posición, sin embargo, no quedó totalmente restablecida hasta el anochecer debido a los duros enfrentamientos por los flancos.
El 24 se retomaron los enfrentamientos en el sector de Langemarck, aunque con menor intensidad. Ese día, el grueso de los enfrentamientos se desplazó al sector sur.

La 7ª division de Capper, casi recién llegada a Flandes, también había mantenido duros combates en el frente Zandvoorde-Zonnebeke. Las tropas alemanas de los cuerpos XXVIº y XVIIº, a pesar de algunos golpes de manos exitosos contra el flanco izquierdo de Rawlinson -cubierto por los franceses- fueron incapaces de cualquier avance significativo hasta que el día 24 y tras un potente ataque del XXVIIº, los alemanes estuvieron a las ‘puertas’ de Polygon wood donde fueron desalojados, de forma desesperada, por las fuerzas de reserva de la 7ª división junto con tropas de la 2ª división de Monro.

A pesar de los contratiempos, los franceses consideraron que había llegado el momento de una ofensiva general en toda regla. El IXº francés -ya en línea- y el XVIº en ruta serían los elegidos. La 2ª division británica estava disponible, así como la caballería de De Mitry’s procedente de Bixschoote y la 42ª division francesa desde Nieuwpoort.
El momento del ataque aliado no podía haberse iniciado en mejor momento, aunque los mandos aliados no supiesen: los alemanes estaban sufriendo escasez de municiones y las nuevas tropas habían sufrido muchisimo debido a su intemperado entusiasmo y falta de entreno.
El resultado de la ofensiva aliada no fue, sin embargo, el esperado. A pesar de los enconados esfuerzos que hicieron por romper la línea, el IXº francés, y a su derecha la 2ª division británica apenas avanzaron en el ataque del 24 de octubre aunque consiguieron inflingir serias bajas en los alemanes, especialmente en la línea al norte-este de Langemarck, al oeste de la zona Poelkapelle-Passchendaele y Moorslede.

La 7ª division británica, debilitada por casi tres semanas de intensos ataques alemanes, apenas fue capaz de sostener su línea de frente. El 27 de octubre fue puesta bajo el mando del Ir cuerpo junto con la 3ª division de caballería. Ese mismo día, las otras 2 divisiones de Haig (la 1ª y 2ª) subieron a la línea de frente. El flanco derecho de la 7ª division estaba en Zandvoorde, con la 1ª en la Menin road y la 2ª en Polygon wood.
La línea de frente de Hollebeke a Messines, al sur de Haig, defendida por la 2ª división de caballería, desde el 20 de octubre, y la 3ª division de caballería junto con los tres batallones indios permaneció intacta hasta el 30 de octubre aún a pesar de los repetidos ataques del XIXº alemán,. A la derecha de la caballería, los cuerpos IIº y IIIº también lograron mantener intacta la línea.
Al anochecer del 27 de octubre, el IVº ejército alemán decidió suspender indefinidamente ‘su’ ofensiva. Según la historia oficial alemana, “los cuerpos de reserva XXVI y XXVII sostenían la línea frente a posiciones fuertemente atrincheradas en el sector Langemarck-Zonnebeke-Gheluvelt ... Por el momento, cualquier pensamiento o intento de rotura del frente estaba descartado”.

Continua en: La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (III)

5 feb 2011

La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (I)


La historiografia de la Gran Guerra suele definir la 1ª Batalla de Ypres como el último y definitivo intento alemán de evitar lo inevitable: el punto muerto y el final de la guerra de movimientos. Fracasaron. Ypres fue sólo el inicio de la pesadilla. A millones de soldados les esperaban cuatro largos años de trincheras, lodo, piojos, miseria y, sobretodo, carnicerías inútiles.
Del lado alemán, la angustiosa perspectiva de un doble frente (occidental y oriental), impelió al Alto mando alemán (Oberstee Heeresleitung, OHL) comandado -de facto- por Erich von Falkenhayn a proyectar una serie de agresivos y resueltos ataques contra la línea de frente defendida –mayormente- por las Fuerzas Expedicionarias Británicas (BEF) en Flandes. Es justo reconocer, sin embargo, que sin la ayuda francesa la resistencia británica hubiese sido inútil.
Desde mediados de octubre hasta la última semana de noviembre de 1914, las tropas alemanas intentaron por todos los medios posibles romper el frente francobritánico en la zona de Ypres. Langemarck, Poelcapelle, Polygon wood o Gheluvelt se hicieron tristemente famosos en los partes de guerra y en el imaginario colectivo británico. The Ypres salient, el saliente de Ypres se convertiría en un mito, en un símbolo de la resistencia y el pundonor británicos. El saliente de Ypres y los hechos de armas durante ese otoño de 1914 en Flandes forman parte de las páginas más heroicas – y trágicas- de la participación británica durante la Gran Guerra.
Para Alemania, Ypres fue igualmente traumático.
Gran parte de los estudiosos de la Primera Guerra Mundial ven en el desenlace de los combates de Ypres durante ese otoño de 1914 el principio del fin de la Alemania guillermina. Los peores temores se habían cumplido: los dos frentes eran una realidad, el principio del fin.
La complejidad de la 1ª batalla de Ypres fue tal que se establecieron tres fases o episodios para comprender mejor su desarrollo y evolución. La primera fase denominada batalla de Langemarck tuvo lugar del 21 al 24 de octubre; la segunda, batalla de Gheluvelt transcurrió del 29 al 31 de octubre y el tercer ‘momentum’ fue la batalla de Nonne Bosschen, el 11 de noviembre de 1914. Entre estos tres capitales episodios se producieron escaramuzas, pequeños enfrentamientos, y sobretodo prolongadas pausas exigidas mayormente por la dureza de los combates y el cansancio de las tropas.
La batalla de Ypres de otoño de 1914 está estrechamente ligada a los combates que se produjeron un poco más al norte, entre la zona de Diksmuide (Dixmude) y Nieuwpoort (Nieuport) durante octubre y noviembre. Los resultados de la batalla del Yser no progresaban como esperaban los alemanes, así que decidieron prolongar los ataques más hacia el sur. Era la zona ‘británica’ del frente occidental y esperaban mejorar los resultados del ‘Yser’.
Yser e Ypres coincidieron en el tiempo, provocando un enorme desgaste en ambos contendientes que temieron, por momentos, agotar sus reservas de tropas y munición. Finalmente, fueron las pésimas condiciones meteorológicas y el invierno en ciernes los que bajaron el telón en el frente flamenco de noviembre de 1914.
Los alemanes pasaron turno y 1915 sería el ‘año’ aliado en el frente occidental.

Primeros compases
Sir John French, comandante en jefe de las fuerzas británicas, ‘desconocía’ la cercanía del recién creado IVº ejército alemán, al mando del Duque Albrecht de Württemberg, y en particular, la proximidad de tropas de reserva alemanas dirigiéndose hacia la parte más débil de su frente: el punto donde la BEF se unía a los belgas.
Su desinformación era tal que seguía inmerso en los quiméricos planes de ofensiva contra el frente alemán Courtrai-Menin.
La BEF prosiguió el avance a lo largo del frente los días posteriores. El IIº Cuerpo de Smith-Dorrien continuó hacia el este, el IIIº - en contacto con el IIº- debía cruzar el Lys por el sector de Sailly y Armentières, y la caballería debía proseguir hacia Menin, mientras Rawlinson con su IVº ejército en el extremo izquierdo de la BEF iría hacia el norte de Courtrai.
La suerte estuvo del lado británico. Rawlinson fue informado de que su flanco izquierdo peligraba: se aproximaban unidades enemigas desde la línia Brugge-Roulers. Ante las angustiosas noticias, el avance del 15-16 de octubre se frenó. La tenaz resistencia alemana que se encontró Rawlinson en el sector Houthem-Gheluvelt-Sint Juliaan-Westrozebeke acabó por ‘convencer’ a French. Cualquier ofensiva hacia el este requería ‘limpiar’ la zona al norte del flanco izquierdo de la BEF. French notificó a Haig (Ir Ejército) que se aproximase desde St. Omer a Poperinghe. El objetivo era consolidar el frente que unía la BEF con los aliados y de paso reforzar al IVº de Rawlinson.
El 16 de octubre, French ya había abandonado cualquier idea de una ofensiva aliada conjunta ante la alud de informaciones que le confirmaban la fuerza del enemigo en ese sector y que le hacían temer por su flanco izquierdo. Aunque el IIº y IIIr cuerpos británicos estaban luchando contra fuerzas superiores, los franceses creían que la peor parte se la podía llevar el IVº de Rawlinson, sobretodo porque éste cubría un frente mucho más extenso, lo que en caso de rotura podía provocar un desastre, dividiendo el frente aliado en dos.
Con estas perspectivas, Haig fue enviado al norte con órdenes de avanzar hasta Thourout, con la ‘ilusa’ perspectiva de capturar Brugge (Brujas), antes de que los refuerzos alemanes llegasen a la línea. En este punto de la historia la leyenda entra en juego.
La versión más acceptada cuenta que French, ante la delicada situación de Rawlinson, pero sobretodo ante las ínfimas posibilidades de llegar a Brugge, ordenó a Haig que cubriese le cubriese el flanco. Más al sur, el IIº, IIIº y la caballería estaban ya a la defensiva ante la abrumadora superioridad del enemigo.
Haig consiguió situarse al sur del flanco izquierdo de Rawlinson el 21 de octubre. Los franceses (divisiones de caballería IIª y IIIª) a las afueras de Thourout tuvieron que recular hacia el sur. La IIIª división británica de caballería hizo lo propio reculando hasta la línea Wijtschate-Mesen (Messines). En el sector sur, la caballería francesa de Conneau) se situó en línea con el IIº y IIIr británicos. El 21 de octubre French se percató definitivamente de la superioridad del enemigo en todos los flancos, y de la seria amenaza que esto suponía para el conjunto de la fuerza expedicionaria británica, amén de desistir de cualquier ofensiva parcial o local en territorio belga.
La situación de las fuerzas británicas era delicada. No llegarían más tropas antes de una semana y los refuerzos previstos eran la Indian corps, una división bisoña que acababa de llegar a Hazebrouck, juntamente con dos batallones de territoriales, otro de caballería y dos regimientos de la Yeomanry.

Continua en: La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (II)

22 ene 2011

La batalla del Yser, 12 octubre-10 de noviembre de 1914 (III)

Viene de: La batalla del Yser, 12 octubre-10 de noviembre de 1914 (II)



Fase final de la batalla del Yser, 26 octubre – 4 noviembre
Las tareas de refuerzo y reposicionamiento de las líneas francobelgas llevó prácticamente una semana, hasta el 31 de octubre. Los alemanes, ante la crecida del Yser y posterior inundación tuvieron que trasladar el grueso de la artillería hacia posiciones más elevadas, junto con el caótico traslado de sus unidades de infantería (IIIr y XXII cuerpos de reserva) hacia posiciones más alejadas de la nueva línea de frente marcada por la línea férrea, Nieuwpoort-Diksmuide. Los alemanes, sin embargo, estaban resueltos a reiniciar los ataques el 29 de octubre. El objetivo fijado para este nuevo ataque era, sin duda, la posición aliada más endeble, el centro del frente donde se encontraban las unidades belgas. El Alto mando alemán buscaba una rotura total. Para ello destinó la práctica totalidad de sus tropas al ataque, incluyendo la 4. Ersatz division –excepto la Marine division, que se mantuvo como retén enfrente de Nieuwpoort. El resto de tropas se destinó al ataque del 30 de octubre. A las seis y media de la mañana del 30 de octubre, y bajo el ‘manto’ de un espectacular bombardeo, se inició el ataque. La primera embestida alemana contra la línea belga consiguió su objetivo. La rompió y creó un amplio hueco entre las poblaciones de Ramscapelle y Pervyse, cayendo al poco del lado alemán. La 2ª división belga estaba deshecha. Su situación crítica. Sólo el contraataque de cuatro batallones belgas y franceses al mando del general Grosetti, comandante de la 42ª división francesa, logró taponar a duras penas la brecha abierta por la infantería alemana. A media tarde del 30, otro contraataque francobelga llegó a la puertas de Ramscapelle, donde hasta últimas horas de la noche hubo intensos combates.
Esa fue la situación en el centro de la línea. Los flancos aliados habían logrado contener los ataques alemanes de la Ersazt division y del XXIIº cuerpo de reserva. Lo peor había pasado. La intención alemana era continuar los ataques a la mañana siguiente, 31 de octubre, pero los informes que llegaron al cuartel general del IIIr cuerpo de reserva desaconsejaban proseguir los combates debido a la paulatina y amenazadora crecida del Yser. La situación también era crítica para los alemanes: la crecida contínua del Yser amenzaba con aislar las tropas de vanguardia con las posiciones más alejadas, allende el este del Yser. El mando alemán decidió ordenar la retirada de todas las tropas a las zonas altas situadas en la orilla este del Yser. A la mañana del 31, las fuerzas francobelgas volvían a estar en posesión de Ramscapelle, Pervyse y la zona del ferrocarril. Lo mismo sucedió con las tropas del XXIIº situadas en la orilla oeste del Yser, al norte de Diksmuide. La noche del 1º de noviembre se vieron obligadas a retirarse a posiciones más elevadas. El 2 de noviembre, los alemanes solo conservaban al oeste del Yser, Schoorbake y dos granjas al norte de Diksmuide. Los flancos aliados, donde aún se conservaban los puentes sobre el Yser, los primeros días de noviembre, especialmente el 3 y el 4, vivieron pequeñas escaramuzas en el sector de Nieuwpoort, cuando Lombardsijde fue ocupada pero recuperada al poco. Los franceses atacaron el 3 y 4 de noviembre la posición de Schoorbakke que los alemanes consiguieron retener.

Batalla final y la estabilización del frente de Flandes, 8-20 noviembre de 1914
El ‘definitivo’ ataque alemán contra Diksmuide comenzó el 10 de noviembre. Lo llevarían a cabo la 4ª división Ersatz y el XXIIº cuerpo. La guarnición que defendía Diksmuide (unidades de infantería belga y los ‘fusiliers marins’ franceses) fue reforzada con tropas coloniales francesas. El bombardeo de Diksmuide, previo al ataque, comenzó al alba. A las siete y media de la mañana comenzó el ataque de la infantería alemana. El primer embite fracasó. El mando alemán tomó medidas extremas: a las nueve y media se reanudó el ataque artillero. El brutal bombardeo obligó a la guarnición francobelga a ‘desalojar’ el suburbio este de Diksmuide. Eran la una del mediodía. Después de un breve intervalo, los alemanes atacaron de norte a sur por la zona este. Durante la tarde se registraron durísimos enfrentamientos por toda la localidad, casa por casa. Cuando cayó la noche lo que restaba de Diksmuide, sus ruinas, estaban en manos alemanas. Las tropas francobelgas se retiraron al oeste de la localidad y cruzaron el Yser, volando los puentes después de cruzarlo. Los alemanes apenas persiguieron la retirada francobelga hacia el Yser. El botín era cuantioso: los alemanes habían 1.400 prisioneros aliados y mucho material. Más hacia el sur, en la línea Bixschoote-Langemarck, los ataques fueron esporádicos y de pocas ganancias. Fueron los últimos coletazos de la campaña del Yser. Los planes del Alto mando alemán para alcanzar los puertos del Canal y rodear el flanco izquierdo francobelga habían fracasado gracias a la meritoria y épica defensa de la fuerza combinada aliada. No les fue mejor en el sector de Ypres. Los combates en el Yser fueron sangrientos. Los belgas tuvieron 18.000 bajas, los franceses 5.000, contando con la acción en Diksmuide del 10 de noviembre, y los alemanes perdieron unos 28.000 hombres, entre heridos, muertos y desaparecidos.

Fuentes:
- Essen, Léon van der. L'invasion allemande en Belgique : de Liège á l'Yser. Paris : Payot, 1917.
- Le Goffic, Charles. Dixmude: un chapitre de l'histoire des Fusiliers Marins (7 Octobre - 10 Novembre 1914). Paris : Plon-Nourrit, 1915.
- Pirenne, Jacques. Les Vainqueurs de l'Yser. Paris : Payot, 1917.
- Yser and the belgian coast. Clermont Ferrand : Michelin, 1920

12 ene 2011

La batalla del Yser, 12 octubre-10 de noviembre de 1914 (II)


Los primeros estadios de la guerra del Yser
El traslado del IVº ejército alemán por vía férrea finalizó el 13 de octubre. El 17, y tras largas marchas, alcanzaron el sector de Bruges-Thielt, al este de Courtrai. El IIIº de reserva alemán se movía en dirección este desde el eje del avance alemán, mientras su flanco mantenía el avance a lo largo de la costa, y flanco izquierdo estava a tocar de Roulers, lo que ocultó el avance del grueso del recién creado IVº ejército. Con objeto de equilibrar el avance, se ordenó una corrección este-oeste en dirección al mar del Norte. El 15 los alemanes ya habían tomado Ostende. Al día siguiente, 16 de octubre, la vanguardia alemana ‘contactó’ con la caballería belga y con los puestos avanzados que tenían los belgas al este del Yser. Después de dos días de combates y refriegas, los alemanes obligaron a los belgas a retirarse hasta la orilla este del Yser. 
El 18 de octubre, los combates ya revistieron una mayor dureza. Los belgas, divisiones 1ª, 2ª y 4ª, que defendían la línea de frente desde la línea costa hasta Diksmuide (Dixmude) intentaron contener los embistes de las vanguardias del IIIr cuerpo de alemán, que tenía órdenes de tomar como fuese la población de Veurne (Furnes), unas millas al interior de la línea defensiva belga. Los alemanes consiguieron llegar a las posiciones de la orilla izquierda del Yser, aproximadamente hasta la línea de frente Lombardsijde-Mannekensvere-Schore-Keiem. La línea aguantó hasta la caída de la noche, pero horas después los alemanes capturaban la zona interior de la línea, Schore y Keiem. Keiem fue recuperada esa misma madrugada. Los ataques se retomaron a la mañana siguiente: tropas del XXIIº de reserva alemán se desplazaron al sur de la línea, en ayuda del IIIº de reserva, y se enfrentaron a contingentes franceses y belgas en el sector de Diksmuide. Keiem y Beerts cayeron a primera hora en manos alemanas, pero esta última fue recuperada al mediodía por la 5ª división belga y tropas de los ‘fusiliers marins’ franceses que se vieron, sin embargo, obligadas a recular a posiciones más arreseradas ante la fuerza del ataque enemigo, el XXIIIº cuerpo alemán. En este flanco de la línea, todas las tropas aliadas, excepto los ‘defensores’ de Diksmuide, se retiraron a la orilla oeste del Yser. 
El 20 continuaron los enfrentamientos en toda la línea, aunque con especial dureza en el sector de Diksmuide, donde tropas de los cuerpos XXIIº y XXIIIº fueron rechazados con grandes pérdidas por la guarnición de ‘fusiliers marins’ franceses que se habían hecho cargo de la defensa de Diksmuide. Al norte del sector, en Lombardsijde, unidades del IIIº cuerpo reforzadas con tropas de la 4º división Ersatz atacaron con dureza, pero sin resultados concretos. El IVº ejército alemán estaba completamente desplegado a lo largo del Yser. La 4ª Ersatz division frente a Nieuwpoort, el IIIr cuerpo de reserva en Keiem, el XXIIº de reserva en el sector de Beerst y el XXIIIª al este y sudeste de la posición de Diksmuide. En total siete divisiones con una potencia de fuego de 700 piezas de artillería frente a cinco divisiones belgas con prácticamente la mitad de artillería, 300 cañones. 
El 21 de octubre, y después de un potente bombardeo nocturno, tropas alemanes avanzaron a lo largo de toda la línea. Belgas y franceses lograron, sin embargo, contener el ataque a fuerza de graves pérdidas. No obstante, esa misma noche unidades del IIIr cuerpo alemán lograron cruzar el Yser al norte de Tervaete, gracias en parte al fuego de cobertura de su artillería que se había aproximado – hábilmente - a la zona de combate, junto con compañías de ametralladoras que sostuvieron el franqueo del río. La 1a división belga lanzó un infructuoso contraataque que permitió a los alemanes no sólo defender las posiciones recién adquiridas sino capturar el 23 de octubre la población de Tervaete, más al sur. Para contener el avance alemán se dispuso de la 3a división belga, en reserva, pero apenas logró ningún éxito defensivo. La 42ª división francesa, que había logrado un exitoso contraataque al este de Nieuwpoort ese mismo día, fue trasladada al sector de Tervaete por el Alto mando belga con el fin de atacar sin cuartel el flanco izquierdo de las unidades alemanas que habían cruzado el Yser para lograr un posible repliegue. La contraofensiva francesa, respaldada por fuerzas belgas de la 4ª división, aunque no logró la retirada alemana a la orilla este del Yser, consiguió pequeños avances. Los combates eran de una gran violencia, y el 24 de octubre al atardecer ambos bandos rebajaron el nivel de intensidad. El cansancio era generalizado. La 4. Ersazt division en Nieuwpoort y las unidades del XXIIº de reserva alemán no habían conseguido ningún avance significativo. Especialmente cruenta fue la lucha por Diksmuide, que los franceses defendieron de una forma cuasi épica, rechazando 15 ataques alemanes solo el 24 de octubre. 
Durante los duros combates por Diksmuide, la artillería alemana había reducido la población a cascotes. El ejército belga también había sufrido sobremanera. En varios días de combate había perdido una cuarta parte de sus tropas y la artillería había quedado reducida a la mitad, con apenas reservas para 160-170 proyectiles por pieza. La situación era francamente desperada, lo que llevó al Alto mando belga a tomar medidas extraordinarias, sobretodo ante la dudosa perspectiva de poder sostener el nivel de combates mantenidos hasta el momento. 
El 25 de octubre se tomó la decisión, atribuida –según la leyenda- al general Foch, de abrir las esclusas del Yser con el objeto de anegar e inundar el sector al este del ferrocarril de la línea Nieuwpoort-Diksmuide y provocar la retirada de los puestos avanzados alemanes. El territorio adyancente al rio Yser, así como la zona que mediaba entre la población de Diksmuide y la costa belga formaba un espesa ‘tela de araña’ de canales, esclusas y terraplenes que hacían del terreno una verdadera pesadilla para cualquier ejército que quisiese avanzar de forma ordenada rápida. Los terrenos de esta zona eran ‘polders’, es decir tierras bajas ganadas a expensas del mar. El nivel de los canales estaba regulado a través de esclusas y bombas que garantizaban el correcto funcionamiento del sistema, que se controlaba esencialmente desde Niuewpoort, donde se encontraban el Yser con el mar. El sector, pues, suponía un verdadero obstáculo para el ejército alemán que ansiaba ocupar definitivamente todo el territorio belga y poner en jaque a las fuerzas aliadas con la conquista y captura del territorio costero francobelga que hubiese amenazado la participación británica en el conflicto. En este sentido, la última y más determinante medida para contener cualquier avance era anegar la zona para convertirla en una inmensa marisma. 
La tarde del 25 de octubre de 1914 se abrieron las esclusas y comenzó a inundarse el terreno entre Diksmuide y el mar. La línea de frente aliada, francobelga, se retiró a las posiciones elevadas de la línea férrea que corría por detrás, con explícitas e imperantes órdenes de sostener la línea como fuese hasta que todo el territorio estuviese inundado.

Continua en: La batalla del Yser, 12 octubre-10 de noviembre de 1914 (III)

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