21 ago 2010

La movilización rusa de 1914 (II)


Viene de: La movilización rusa de 1914

El cónclave del 24 de julio

La reunión del consejo de ministros ruso celebrada la tarde del 24 de julio acordó, entre otros puntos:

- Pedir a las autoridades austríacas extender el período límite para resolver el ultimátum.
- Advertir a las autoridades serbias de que se abstuviesen de luchar e, incluso que retirasen las tropas de sus fronteras.
- Insistir al zar para declarar la movilización parcial, con la posibilidad de ampliarla a general, según se desarrollasen los acontecimientos,
- y proceder a retirar los fondos existentes en Alemania y Austria-Hungría.
Curioso esto último.

La maquinaria rusa se ponía en marcha. Al día siguiente, 25, se reunían en consejo el zar Nicolai II, Yanushkevich y el gran duque Nicolai, tío del zar. Éstos confirmaron las medidas propuestas el día antes por el consejo de ministros e introdujeron otras, de tipo militar: el retorno a los cuarteles de invierno de las tropas de maniobras, el cese de los permisos a oficiales y la promoción generalizada de los cadetes a oficiales. Todas ellas medidas de clara significación bélica.
La noche del 25 al 26, Yanushkevich transmitió las órdenes a los distritos militares de Varsovia, St. Petersburg y Vilna, explicitando especial atención a la salvaguarda y protección de los puestos fronterizos con Alemania y Austria-Hungría, y otro tipo de medidas que anticipaban, sin duda, el estallido de un conflicto: el minado de puertos y puentes, la instauración de la censura militar en los respectivos distritos, etc.
Al día siguiente, 27, estas medidas se tomaron en las regiones militares del Cáucaso, Turquestán, Omsk y Irkutsk.
Sobre esta última información considero importante destacar la apreciación de Norman Stone, preciado historiador y especialista en la faceta 'oriental' de la Gran guerra, sobre un hecho muy concreto. Stone cuenta que durante la temprana campaña por Lemberg, el ejército austro-húngaro apreso a decenas de soldados rusos procedentes de Siberia y Rusia. Según él, si Rusia hubiese realmente movilizado a finales de julio hubiese sido imposible que soldados de unidades tan alejadas hubiesen podido entrar en combate. Afirma, pues, explícitamente que los planes de movilización rusos tuvieron que llevarse a cabo mucho antes, sobretodo si añadimos la distancia y las dificultades de transporte desde regiones tan alejadas del frente.

'Alea jacta est' era la proclama más oida durante esos días por S. Petersburg. Dobrorolsky, jefe de la movilización, no disimulaba en afirmar que tanto telegrama entre Alemania y Rusia significaba, sin duda, el estadio anterior a la guerra. Confiesa, también, que una vez remitidas las órdenes de movilización parcial a los distritos, éstos actuaron en cierta manera como 'reinos de taifas'. Es decir que los representantes militares pudieron excederse en el ámbito de sus responsabilidades y llevar más allá la movilización de sus tropas.
La fiebre movilizadora estaba presente. Incluso el agregado militar de Serbia en Berlin, Bogitchevich, se sorprendió al cruzar la frontera oriental alemana en viaje a S. Petersburg 'de observar la marabunta de efectivos militares en las estaciones, el trasiego nocturno de trenes transportando soldados a la frontera con Alemania y la presencia masiva de soldados en las ciudades.'
Una cándida estupidez se había instalado en dos de los máximos representantes del destino de Rusia. Sazonov creía que tales medidas iban sólo a asustar a Austria, y el 'bueno' de Nicolai II aprovechó la noche del 29 al 30 de julio para telegrafiar a su primo Wilhelm II para decirle que no se preocupase, 'que la movilización parcial emprendida 5 días antes sólo respondía a medidas preventivas'. La noticia en Berlin sólo confirmó las peores sospechas. Los servicios de inteligencia ya habían advertido de movimientos serios en la frontera. Alemania promulgó la Kriegsgefahrzustand, la declaración de peligro inminente de guerra.
Los rusos, sin embargo, les llevaban casi una semana de delantera, con movilización parcial incluida y esperando en la frontera.

El Gran duque Nicolai

Nicolai Nikolaevich de Rusia, tío del zar, fue un personaje trascendental en el desarrollo de los acontecimientos durante julio-agosto de 1914. Su figura parece elevarse de entre los demás instigadores de la política rusa. Su papel fue la clave en la movilización general de los ejércitos rusos. Comandante de la guarnición de S. Petersburg y comandante en jefe de los ejércitos rusos al estallido de la guerra era un antialemán creyente y militante. Su fijación con Alemania lo llevó a entender como pocos las implicaciones del Plan Schlieffen y sus consecuencias. Se entiende así que, de forma apresurada, lanzase sus tropas contra la Prusia oriental sin haberse totalizado las maniobras de movilización para el 2º ejército. Tampoco dudó en exigir terribles sacrificios a sus tropas con el objetivo de ayudar a su aliado francés, tal y como convenía el tratado firmado más de veinte años antes.
Sus relaciones con Sukhomlikov era pésimas. Sin embargo, congeniaba con Yanushkevich hasta el punto de que éste fue su jefe de estado mayor durante su jefatura al frente de los ejércitos rusos (1914-15) y le acompañó a su 'traslado' al Cáucaso. Parece ser, pues, que tras algunas decisiones de Yanushkevich durante la crisis de julio estaba la alargada sombra del Gran duque.

El gato y el ratón

Ante la impaciencia alemana por el cáriz que estaban tomando los asuntos, y, sobretodo por las informaciones facilitadas por los servicios de inteligencia, tanto el conde Pourtàles, embajador alemán en la corte zarista, como el agregado militar von Eggeling exigieron explicaciones. El 26 de julio Sazonov intentó tranquilizar a Pourtalès, informándole de que no había movilización alguna y que sólo eran maniobras militares sin importancia. Esa misma tarde, Sukhomlikov hizo llamar a von Eggeling para darle su palabra de honor de que no se había expedido una sola orden de movilización y de que sólo eran medidas preparatorias en caso de que Austria les atacase. Igualmente le aclaró que en caso de movilización no serían alertados los distritos de Vilna, Varsovia o S. Petersbug ya que ante todo se buscaba evitar una guerra con Alemania. Ante lo cual von Eggeling le recordó que cualquier orden de movilización de dichos sectores conllevaría la movilización alemana y lo que ello suponía. Igualmente informó a Sukhomlikov de que una movilización rusa contra Austria sería un movimiento muy peligroso.
No hay duda de que el 27 de julio Rusia se aproximaba a marchas forzadas a una guerra contra Austra-Hungría y Alemania a la vez, y los alemanes lo sabían.
Ante tal evidencia y ante lo inexorable del destino, Bethmann Hollweg, el canciller alemán, buscaba y ansiaba la neutralidad británica.

El empujón francés

Bethmann Hollweg decidió echar también el resto y atiar el fuego animando y empujando a Austria a declarar la guerra a Serbia, con lo que ello podía suponer. Sabía que Rusia no iba a quedarse de brazos cruzados. Entonces, que? Los rusos comenzaban a flaquear en su farol, y los franceses lo intuyeron. Durante una comida el 24 de julio, Paléologue -embajador francés en Rusia-, Sazonov y Buchanan -embajador británico- discutieron sobre lo que se avecinaba. Durante el almuerzo, siempre según Buchanan, Paléologue no dejó de insistir en el hecho de que los rusos debían movilizar, e incluso llegó a recordarle a su homólogo ruso de que Francia podía obligar por tratado a que los rusos movilizasen lo antes posible. Paléologue siguió en su papel de atiador. La noche del 25 durante un encuentro con su colega italiano le confesó que la guerra era del todo inevitable y que Francia apoyaría a su aliado en todo momento. Llegados a esta situación es interesante conocer las impresiones de Luigi Albertini.
Sobre este punto, concluye que aunque era deber de la diplomacia francesa respaldar a su aliado, no lo era menos recomendas más prudencia a las autoridades rusas ante los hechos que estaban sucediendo.
Según Albertini, Paléologue actuó como un incendiario, y puso en grave riesgo a su país por las consecuencias de un estallido bélico.
Si quedaba alguna duda sobre las maniobras encubiertas rusas, el general Laguiche -agregado militar francés en Rusia- se encargó de disiparlas. En su informe al ministro de guerra francés, el 26 de julio, informaba de que los distritos militares de Kiev, Odessa, Moscú y Kazan habían recibido órdenes de movilización. Y que aunque los rusos no querían inquietar a los alemanes, los distritos de Varsovia, Vilna y S. Petersburg ya estaban realizando preparaciones secretas.
Curioso si tenemos en cuenta que ese mismo día, tanto Sazonov como Sukhomlikov negaron a sus homólogos alemanes cualquier movilización ni parcial, ni general.
El telegrama de Laguiche al ministro Messimy inició la maquinaria francesa.
En Francia, ese mismo día, 26, se cancelaron permisos, y se tomaron medidas para proteger el sistema ferroviario de posibles sabotajes. Al día siguiente, 27, se expidieron órdenes para llamar a filas unos 100.000 soldados de los territorios de Marruecos y Algeria.
Joffre inquirió al ministro francés Messimy cual era el estado de la movilización rusa y le informó que era preciso saber el estado real de las preparaciones rusas ante un ataque conjunto contra Alemania. Le exigía garantías de un apoyo ruso en caso de ataque.
Messimy contactó con Paléologue para conocer el estado de la movilización rusa. Al informarle de la parcialidad de la misma, Joffre y el ministro dieron entender a Paléologue que presionase para conseguir una movilización general que les permitiese tener las garantías necesarias para poder encarar un posible conflicto con Alemania. Por su parte, el primer ministro Viviani telegrafió desde el buque de guerra France aconsejando a Paléologue encontrar una solución pacífica al asunto. Paléologue en 'sus trece' dio garantías a Sazonov de que Francia estaba lista para cumplir las obligaciones que le unían a su aliado.

Continúa en: La movilización rusa de 1914 (III)

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