25 abr 2010

Albatros D.V, ó la oveja negra de la familia


Entre el Olimpo de los pilotos de la Gran Guerra corría un gráfico axioma, "si un avion es bonito, seguro que es bueno para volar".
Curiosamente, el Albatros D. V y su variante Va fueron una lastimosa excepción.
La primera serie de modelos Albatros, los famosos D. I, se batieron por primera vez en septiembre de 1916, demostrando muy pronto su valía. Los FE.2b británicos eran una presa fácil para los nuevos halcones alemanes, y los nuevos Albatros se convirtieron en la espina dorsal de la fuerza aérea alemana, Luftstreitkräfte.
Los Albatros D. I, D. II e incluso el D. III eran veloces, duros y muy peligrosos comparados con sus oponentes aliados. Fueron un verdadero azote. Sin embargo, el nuevo biplano de caza Albatros D. V fue la oveja negra de la saga. No sólo por el inevitable avance aliado en el dominio de los cielos, sino por graves problemas estructurales en su concepción: el diseño de la ala inferior dificultaba la maniobrabilidad.
El último modelo de la Ostdeutsche Albatros Werke había perdido mucho terreno respecto a los más potentes SPAD y S.E.5a y a los maniobrables Sopwith Pup y Sopwith Camel, éste último especialmente. Incluso el Barón que estaba en los cielos, Manfred von Richthofen se atrevía a afirmar sin tapujos que "el D. V es tan obsoleto, que no merece la pena arriesgarse para intentar nada".
El Albatros D. V contaba con un potente motor en línea Mercedes de 180-200 hp que le permitía alcanzar una velocidad máxima horizontal de unos 190 km/h y una progresión ascensional de 1000 metros en 4 minutos con una altitud máxima de 18.000 pies, unos 6.000 metros. Su nuevo fuselaje de sección transversal mejoraba -en cierta manera- su aerodinámica debido -sobretodo- a una forma más elíptica. Mantenía la cola del D. III, pero tanto su timón como la aleta vetral eran más grandes.
El modelo D. V de la Ostdeutsche Albatros Werke pesaba ligeramente más que su antecesor el D. III, unos 690 kg en vacío. Las dimensiones eran prácticamente las mismas entre ambdos modelos, 9 m. de envergadura, una longitud de 7,5 metros y una superfície alar de 21 metros. Y la capacidad ofensiva del Albatros D.V eran dos ametralladoras LMG (Spandau) 08/15.
La aparición de una versión mejorada del D.III se debía, principalmente, al creciente dominio aliado del aire. La presencia de los Spad, Sopwith Pup y los S.E.5 ya amenazaba el trono de la aeronáutica alemana.
Las modificaciones respecto al D. III fueron la revisión de los mandos de los alerones, una leve reforma del timón de dirección y la adopción de una mayor ojiva para carenar el buje de la hélice.
Pero al poco de entrar en combate el nuevo modelo D. V en mayo de 1917, en octubre surgió otro modelo: el D. Va.
Los motivos que llevaron a la pronta aparición de un modelo modificado fueron su gran inestabilidad en determinadas maniobras y también algunos desagradables accidentes mortales por causas técnicas.
La inestabilidad aerodinámica, denunciada por la mayoría de pilotos, se debía al nuevo control de los alerones desde la ala inferior deficientemente reforzada para soportar la fuerza del cableado, como también al hecho de que el ala inferior no hubiese sido adjuntada al fuselaje sin soportes aerodinámicos adicionales.
Por ello, la variante V.a volvió a incorporar el antiguo sistema de control alar del D. III. que le permitía una mejor maniobrabilidad. A banda de la sustitución del control de los alerones, en la ala inferior se instalaron nuevos puntales reforzados para evitar las zozobras excesivas en maniobras delicadas.
A pesar de las rectificaciones del D. Va, la mayoría de unidades del D. V que seguían en las Jastas no fueron modificadas, tan sólo se advirtió a los pilotos que no maniobrasen en picados excesivamente pronunciados. A las pocas unidades modificadas del D. V se le incorporó un cableado que permitía controlar los alerones des de la ala superior.
La incorporación a la arena aérea de los modelos D. V y D. Va no decantaron la balanza del lado de las Potencias centrales, pero su papel en los escenarios italiano y del Oriente Próximo (Palestina) durante 1918 fue decisiva en los escenarios bélicos secundarios.
Aún siendo un modelo de caza no muy estimado por la mayoría de pilotos, los que lograron domarlo admiraban de él la gran visibilidad que ofrecía, la velocidad punta y de ascenso, así como un cómodo manejo, excepto en determinadas maniobras.
A pesar de las críticas, la Ostdeutsche Albatros Werke acabó fabricando unas 1.500 unidades del Albatros D. Va y unas 600 del D. V.

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