22 jul 2009

Sanitäthunde: los perros de la Cruz Roja en la Gran Guerra


La Gran Guerra tuvo el dudoso privilegio de convertirse en el truculento escaparate por el que transitaron los peores y más mortíferos inventos que la industria fue capaz de poner al servicio del hombre para eliminar a su semejante de la forma más rápida y productiva posible. La aparición del gas venenoso, la plena expansión de la ametralladora, el lanzallamas, el tanque , etc... son los vástagos de la Primera Guerra Mundial. Pero no sólo empleó la técnica. El hombre, para la hecatombe, reclutó a otras especies para su propia empresa de muerte. Caballos, asnos, palomas y perros fueron utilizados para realizar diferentes tareas y quehaceres, desde el envío aéreo de mensajes hasta el contínuo transporte de artillería y cocinas móviles por todo el frente de batalla. De estas especies, la más polifacética fue la de los perros. Se les usó para enviar mensajes desde los cuarteles generales hasta los puestos de mando en el frente, para vigilar en los puestos de centinelas, para transportar ametralladoras o incluso cañones de pequeño calibre como en el ejército belga, aprovisionar de munición a las posiciones avanzadas, rastrear minas e incluso fueron empleados como fuerza de choque en algunas escaramuzas con el ejército turco. Sin embargo, el trabajo más meritorio lo realizaron en los servicios sanitarios. Los perros destinados a unidades sanitarias tenían como misión principal el rescate y localización de heridos en la temida Tierra de nadie después de los combates. No siempre se cumplían la principales normas de humanidad - cómo iban a cumplirse !!!! - y las treguas para recoger a los caídos fueron desapareciendo a medida que fue avanzando el conflicto. La búsqueda y rescate de los heridos se solía realizar de noche durante los pocos intervalos de tranquilidad que se otorgaban los contendientes. Bajo el amparo de la noche, los perros, ataviados de chalecos con la cruz roja, y acompañados de otros héroes anónimos, los camilleros, se adentraban en el siniestro campo de muerte para localizar a aquellos soldados que daban señales de vida, que agonizaban llamando a sus seres queridos o que lanzaban insultos contra sus propios compañeros por no socorrerles.
El trabajo de los canes era el de localizar en el terreno a los heridos susceptibles de ser transportados a un puesto de socorro. Los perros se adentraban en la abrupta y destrozada Tierra de nadie, cuando localizaban a un supuesto herido (sabían diferenciar los muertos de los vivos) le arrencaban un pedazo del uniforme que identificase la nacionalidad del caído y volvían a la línea con los camilleros. Éstos al observar el pedazo decidían si adentrarse o no para recoger al herido. Los camilleros eran héroes anónimos pero tampoco estaban dispuestos a arriesgarse para nada. A menudo, si los perros no podían identificar al herido por el uniforme, le arrebataban un objeto que informase del bando al que pertenecía, una cantimplora, una gorra, el casco, etc.
Los principales contendientes (Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania) utilizaron perros para realizar tareas sanitarias, pero fue el ejército alemán el que reclutó para sus servicios sanitarios a más de 2.500 perros. Previamente a su incorporación al frente, los perros recibían un adiestramiento especializado, además de enseñarles a no reaccionar de forma negativa ante el contínuo martilleo de la artillería. Por eso y para evitarles un sufrimiento innecesario solían realizar misiones nocturnas aprovechando la calma de los frentes. Su agudizado sentido de la orientación y su impresionante olfato les capacitaban para la búsqueda en terrenos de muy difícil acceso y con poca visibilidad. Algunas fuentes calculan el número de heridos alemanes rescatados por canes en más de 8.000.

Fuentes:
"Dogs of the war that save the wounded: the Sanitätshunde". En Current history, april 1916, p. 138.
Dogs at war http://www.greatwardifferent.com/Great_War/Animals_at_War/Dogs_Text_01.htm

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