3 nov 2007

Meyer, Jacques. La vie quotidienne des soldats pendant la Grande guerre (1)

Meyer, Jacques. La vie quotidienne des soldats pendant la Grande guerre. Paris : Hachette, 1966.

Prólogo

La guerra no hace más que acentuar la diferencia entre la figura del militar y la del combatiente: uno se convierte en soldado en el momento que se juega la vida.
p. 15

Personajes y escenarios

La media de combatientes movilizados, a la vez, se mantiene aproximadamente sobre los dos milliones de soldados. La mayor parte de éstos fueron heridos al menos una vez y muchos de estos sufrieron heridas de tal gravedad que se beneficiaron de una pensión, según la ley de 1919.
p. 23

Las divisiones de reserva no participaron en los primeros combates que tuvieron lugar en las fronteras, ni en las primeras etapas de la retirada. Pero muchas de estas tropas, a base de marchas y contramarchas pudieron reunirse con el grueso de las tropas y tuvieron su oportunidad en primera línea en la Batalla del Marne.
p. 24

Los territoriales, los "abueletes", hombres de cuarenta años para arriba, eran llamados cariñosamente pero con ironía como los "toros terribles". El inicio de la guerra convirtió a éstos en guardianes de las vías de comunicación. Pero en el momento del avance alemán por Bélgica y el norte de Francia, y también en la llamada "carrera hacia el mar", algunas divisiones de territoriales sirvieron para "tapar" agujeros y participaron a menudo en combate.
p. 25

Muchas de estas divisiones fueron utilizadas para enterrar a los muertos y a los animales de tiro, así como para la preparación de segundas y terceras líneas de defensa, o sino también a tareas de conservación y reparación de vías de comunicación.
[...]
También en 1916, en Verdún, nos las encontraremos realizando las tareas más ingratas: transporte de municiones y avituallamiento, así como el mantenimiento de la llamada Voie sacrée. Formaban también parte de los batallones de los llamados "pionniers" que participaban en acciones de ataque. Su papel, aunque modesto y sin gloria, era indispensable.
[...]
La edad no constituía la más importante de las diferencias entre los soldados.
p. 26

El ejército (L'Armée) reflejaba la composición misma de la nación: se trataba de una nación en armas, donde el campesinado era una parte muy importante.
[...]
El campesino, alumno de la dura escuela de la tierra y de sus caprichos, resignado a una vida sin privilegios, soporta y lleva la aceptación de los inevitable. En general, era menos proclive a la protesta y a la revuelta que el ciudadano. También era más paciente y silencioso.
p. 28

De hecho, las tres cuartas partes de soldados eran campesinos, para los cuales las mobilización no había tenido la resonancia entusiasta que había tenido en las ciudades ni sobretodo en París.
p. 29
Según Jolinon, ser soldado de infantería es como purgar una penitencia.
p. 33

La ofensiva del 25 de septiembre de 1915 en Champagne fue el canto del cisne de la caballería.
p. 34
Continuará...

2 nov 2007

Batalla de Loos (Septiembre-octubre de 1915)

Batalla de Loos (Septiembre-octubre de 1915)


Batalla de Loos (Septiembre-octubre de 1915) (1)

Batalla de Loos (Septiembre-octubre de 1915) (1)


La Batalla de Loos, o Segunda Batalla de Artois, fue una de las principales ofensivas aliadas de 1915 en el Frente occidental. Las campañas en la zona de l’Artois fueron las más importantes durante 1915. Fue llevada a cabo por un combinado francobritánico, dónde los Nuevos Ejércitos británicos (Kitchener’s army) y los llamados Territoriales tuvieron su bautismo de fuego. A pesar de las esperanzas depositadas, pocos creyeron que se pudiese asestar un gran golpe contra las líneas alemanas. Liddell Hart, el historiador militar británico, cree que el mando británico y concretamente el comandante del 1r Ejército, Sir Douglas Haig iba a emprender la ofensiva sin ninguna esperanza de éxito. Haig creía o argumentaba que el aprovisionamiento de municiones y proyectiles para la artillería no sólo eran claramente insuficientes, sino que la logística no era la adecuada. Según Liddell Hart, el factor suministro y aprovisionamiento de munición para la artillería fue clave en el desarrollo de la ofensiva. Los datos parecen reveladores: la proporción entre artillería pesada y piezas de campo era absolutamente descompensada: 71 a 1.406. Por otra parte, la fabricación de munición británica a junio de 1915 distaba años luz de la de sus aliados y enemigos. Inglaterra producía 22.000 proyectiles al día, por 100.000 franceses y 250.000 por los alemanes y austriacos.
La composición del Cuartel General británico también mostró algunas opiniones en contra como la de Robertson, Jefe del mando general de las BEF. No obstante, las opiniones de Sir Henry Wilson, devoto defensor de la tesis francesa en cuanto al concepto ofensiva, apartó a Robertson del círculo más próximo a French, y por tanto de expresar una opinión en desacuerdo con el plan. Así pues, en la toma de decisiones influyeron a menudo los bandos y presiones desde arriba que el hecho táctico y militar. Incluso se dice que Kitchener presionó para que se llevasen a cabo debido a cuestiones más políticas que militares. Curioso, ya que Kitchener siempre se había mostrado contrario a llevar a cabo simples operaciones de desgaste contra unas líneas perfectamente asentadas.
El campo de batalla de Loos está al norte de la localidad minera de Lens, en una importante zona industrial del norte de Francia. El paisaje y el terreno son extremadamente llanos y está dominado por diversos enclaves mineros. En el otoño de 1915, esta zona de pueblos mineros y complejos industriales ofrecía grandes dificultades para realizar una ofensiva. Los lugares claves del campo de batalla fueron:

1. El Canal d’Aire o el llamado canal de la Bassée, que corre de oeste a este
2. La localidad de Guinchy, dónde había un puente que cruzaba el canal de la Bassée
3. La carretera que lleva de Béthune a La Bassée, paralela al canal y que atraviesa la población de Cambrin, que está justo al norte de d'Auchy-les-la-Bassée.
4. Las llamadas
pilas de ladrillos, grandes montañas de reservas de ladrillos localizadas al sur del Canal, al este de Guinchy.
5. La carretera de Bethune a Lens, dirección sudeste que pasa al lado de la localidad minera Loos-en-Gohelle. Justo al norte de la carretera se vislumbran las afueras de Lens.
6. Los complejos mineros de Mazingarbe, Grenay, Bully-les-Mines que estaban detrás de las líneas británicas.
7. Las comunidades mineras de Cité St. Elie, Cité St. Auguste y Cité St. Laurent que estaban detrás de las líneas alemanas.
8. Las minas, líneas ferroviarias y la maquinaria extractora que estaban por todo el campo de batalla. Las minas subterráneas recibían el nombre "puits" y estaban numeradas por la compañía propietaria. Los montículos de carbón que igualmente estaban dispersados por el lugar de la batalla fueron denominados fosas. La más importante de éstas áreas incluía el vertedero que fue designado con el nombre de Fosa 8 que estaba delante de Auchy y de las canteras delante de Hulluch. Ambas posiciones estaban fuertemente fortificadas por el enemigo. De hecho, la fosa 8 fue rebautizada con el nombre de Reducto Hohenzollern.
9. Al este de Loos, el terreno se inclina suavement hacia una altitud de unos 200 metros, suficiente para convertirse en un lugar de privilegiada observación sobre la zona. Las líneas del frente bajaban a través del canal hasta
Givenchy/Guinchy, a través de los montículos de carbó y a través de una planície entre Vermelles y Hulluch serpenteando hacia el oeste hasta las afueras de Lens, que estaba en manos alemanas.El gran cuartel general británico estaba en St. Omer, el cuartel general del 1r ejército estaba en Hinges.

El plan de batalla

La ofensiva del combinado francobritánico atacaría al este, contra las posiciones defendidas por el 6º ejército alemán. El grueso de la fuerza supervisada por el general Foch consistía en el 10º ejército francés y en el 1r ejército británico. El ataque se dirigiría contra un frente de unos treinta kilómetros de longitud, entre Arras y La Bassée. Aunque se bombardearía todo el frente, se decidió no atacar frontalmente las posiciones de Liévin y Lens. Al sur de esta franja, el 10º ejército lanzaría diecisiete divisiones de infantería contra el enemigo, situando unos 400 cañones pesados con dos divisiones adicionales de caballería por una posible rotura del frente. Al norte, el 1r ejército atacaría con seis divisiones de los cuerpos 1r i 4º, disponiendo de unas 70 piezas de artillería y con dos cuerpos adicionales de caballería (el 1º y 3º indios) con el objetivo de
empujar. Los objetivos de la misión ofensiva eran muy imprecisos. Dentro de las posibilidades, el plan de Joffre era demasiado simple: las posiciones fortificadas enemigas serían destruidas por un bombardeo continuo de 4 días, con un crescendo final de las 4 últimas horas finales. Cada una de las divisiones no situaría más de dos brigadas y media en primera línia. Así pues, una constante corriente de tropas seguiría la vanguardia y detrás de éstas como apoyo las divisiones de reserva. Según Joffre los ejércitos, desde Suiza hasta la costa del Mar del Norte, tenían que estar preparadas en caso de rotura del frente. Del lado británico, 75.000 soldados de infantería, inicialmente, llevarían a cabo el ataque. El 1r Ejército británico realizaría el ataque en un frente amplio: las experiencias de Neuve Chapelle y Festubert, en frentes estrechos donde la potencia de fuego se concentraba en un punto muy reducido ya se había comprobado peligrosa según los mandos. La operación la realizarían principalmente seis divisiones de los Cuerpos Iº ( 2ª, 7ª y 9ª) y del IVº (1ª, 15ª y 47ª). A éstas se les sumarían la 28ª del Ir Cuerpo y la 3ª de caballería del IVº. El XI Cuerpo de reserva también participaría pero al segundo día de batalla, el 26. También el día 29 de septiembre se les unirían las divisiones Meerut y 19ª del Cuerpo indio. El dilema estaba, no obstante, en la artillería ya que no había suficientes piezas para cubrir sobradamente el frente. Éste será uno de los aspectos o factores más decisivos de la ofensiva de Loos: el número insuficiente de piezas artilleras así como de munición.
Por otra parte, el mando británico se decidió por utilizar los mismos medios que el enemigo y optó por el uso del gas venenoso. Los analistas, en este punto, creen que el gas iba a remediar la falta de artillería pesada. Las cortinas de humo también se planearon para ocultar el avance británico por la tierra de nadie. El viento tendría la última palabra.
Se cree que las últimas órdenes y detalles fueron enviadas por el mando del 1r Ejército el 19 de septiembre, pero se sabe que Haig estuvo esperando hasta los últimos informes meteorológicos del día 24 para dar las últimísimas indicaciones. El viento y su dirección eran la principal preocupación. Incluso para mantener el máximo secreto se utilizó el termino accesorio para designar el gas. Los alemanes conocían o intuían que iban ser atacados, pero desconocían totalmente que iban a ser víctimas de un ataque con gas. De hecho, el frente alemán en el sector de Loos tenían grandes deficiencias estructurales: la segunda línea estaba inacabada, las defensas no estaba situadas, la alambrada no tenía la profundidad correcta y los nidos de ametralladora eran provisionales.
Dependiendo del prisma en que se observe la relación entre French y Haig, las versiones sobre Loos serán diferentes. Una de las versiones sostiene que el plan que Sir John French mostró a Haig contenía la idea de que las divisiones de reserva estarían a su disposición en el momento que las necesitase. No obstante, las divisiones 21ª y 24ª habían salido de St. Omer el día 20 y estaban realizando marchas maratonianas con el desgaste que eso suponía. Ese desgaste y la distancia a la que estaban en el momento del ataque también fue uno de los factores decisivos en el transcurso de las primeras horas de la ofensiva y de su desarrollo final. Haig planeaba utilizar las divisiones 21ª y 24ª como reserves de inmediata disposición. Haig informó a sus comandantes que habría suficientes reservas para reforzar o explotar los posibles éxitos en la rotura de las líneas enemigas. Pero el día 18 de septiembre, Haig se enteró de que French mantendría las tropas de reserva cerca de Lillers, a unos 30 kilómetros del frente. Protestó por semejante decisión, argumentando que en las ofensivas de Neuve Chapelle y Festubert quedó demostrado que los refuerzos eran necesarios en las primeras tres horas de un ataque. Foch, por su lado, comentó que situar a las tropas de reserva a unos dos kilómetros del frente era suficiente para tareas de refuerzo. French, consciente, envió órdenes a las divisiones de reserva para que se acercasen al frente y se situasen en las localidades de Noueux-les-Mines y Beuvry.

1 nov 2007

"I was there" de Cyrus Leroy Baldridge

"I was there" de Cyrus Leroy Baldridge

Cyrus Leroy Baldridge (1889-1977)

Cyrus Leroy Baldridge (1889-1977)

Artista, ilustrador y aventurero norteamericano.
Criado en un ambiente liberal y nómada, su madre pronto le inculcó los valores de la aventura y su carácter librepensador e independiente que le acompañaron el resto de su vida.
Fue en Chicago dónde despertó su afición por el arte, y más concretamente por el dibujo. Sus comienzos fueron de aprendiz del famoso dibujante y ilustrador Frank Holme. De hecho, éste se convirtió en un pilar imprescindible en la vida de Baldridge. Cuentan anecdóticamente que Baldridge compartía clase de dibujo, con modelos al desnudo, con alumnos mucho mayores que él. Colaboró también precozmente como ilustrador de diarios y periódicos con dibujos tomados de la realidad cotidiana de la ciudad. Su estilo realista imprimía en los dibujos una calidad de tipo fotográfico. Caldridge no sólo dibujaba, observaba la realidad hasta el último detalle.
A la edad de dieciocho años (1907) fue admitido en la University of Chicago. Debido a la pobreza de su familia, sufragó su estancia colaborando en todas aquellas tareas que estuviesen relacionadas con la pintura y el dibujo artístico. Licenciado en 1911, guardó un recuerdo imborrable de su paso por la Universidad. Su paso por la Universidad también fue recordado por compañeros que destacaron su humanidad y inigualable sentido del humor. Una vez licenciado se dedicó a buscar trabajos relacionados con el dibujo, pasando sobretodo apuros económicos. La búsqueda le proporcionó numerosos y variados trabajos, desde vaquero en un rancho de Tejas hasta jinete de la Illinois National Guard Cavalry. Como miembro de la Guard Cavalry fue a Nuevo Mexico durante las incursiones de Pancho Villa.
Estalla la Primera Guerra Mundial. Cyrus L. Baldridge, el idealista, se une al ejército francés. Es destinado al servicio de ambulancias como conductor.
Estados Unidos de América entra en la guerra en 1917. Baldridge se une a las fuerzas norteamericanas, a la infantería. No obstante, será destinado al equipo de la publicación Stars and stripes (Barras y estrellas). En esta nueva aventura creativa colaborará con Harold Ross, fundador y editor del New Yorker y con Alexander Wolcott, que más tarde será un reconocido crítico teatral del New York Times y del New Yorker. Baldridge, como ilustrador, dibujante y encargado del apartado gráfico, tendrá total libertad para viajar sin limitaciones por los diferentes escenarios del frente occidental. Esta experiencia le proporcionará un contacto directo, cruel y aterrador con la realidad de la guerra y la crudeza que conlleva. Los horrores de ésta le conmoverán de especial forma. Sus trabajos publicados durante la guerra en las portadas del Leslie’s Weekly y de Scribners le dieron una temprana fama en los Estados Unidos. A punto de terminar la Primera Guerra Mundial, publicó el que sería su primer libro, titulado I was there with the yanks in France (Estuve allí).
I was there es una recopilación de bocetos y dibujos que recogen, mejor que las fotografías, esos momentos de intimidad en la trinchera, en la Tierra de nadie, en los abrigos, en las cantinas, en todas las situaciones en las que el ser humano se reencuentra con el ser que lleva dentro y dónde afloran los más impresionantes sentimientos de humanidad y camaradería. Baldridge recoge en sus dibujos ese pathos dramático que embarga los gestos y las miradas de aquellos que conviven diariamente, a cada instante, con una muerte que les rodea.
Después de la guerra, y en compañía de la escritora Carolina Singer, se instaló en Nueva York, en el Village. El Village de los años veinte era un hervidero de movimientos y corrientes intelectuales. Su fama en los cenáculos intelectuales no tenía correspondencia económica y Baldridge tenía que aceptar todo tipo de trabajos de ilustrador para conseguir dinero, como participar en viajes de aventura. En uno de sus viajes, decidió cruzar el continente africano desde Sierra Leone hasta Etiopía para comprender mejor el llamado problema “negro”. De hecho, fue tal su asimilación con el tema que decidió evitar al máximo el contacto con blancos durante el viaje. Los dibujos, croquis y bocetos que realizó le proporcionaron un material excepcional que materializó juntamente con su mujer en el libro White africans and black. A raiz de este viaje y de sus convicciones, Baldridge y su mujer realizaron otros viajes alrededor del mundo para comprender y estudiar mejor la idiosincrasia de otros pueblos y razas. Nacieron entre otros libros, A Turn to the East o All the World is Isfahan. Su orientalismo militante le llevó a utilizar en sus dibujos motivos orientales e ilustrar reediciones de libros clásicos sobre temáticas del Próximo y Lejano Oriente.
La experiencia de la Primera Guerra Mundial le convirtió en un pacifista militante, además de simpatizar con las ideas socialistas. Su compromiso y su militancia le llevó en los treinta, en plena Depresión, a participar activamente en iniciativas de tipo social, como por ejemplo ilustrar el folleto Americanism: What is it. Se trataba de una publicación que abogaba por la restauración de los valores ciudadanos norteamericanos que derivaban exclusivamente de la Declaración de independencia norteamericana. En la década de los cuarenta continuó con su trabajo de ilustrador de libros y publicaciones periódicas. También publicó su autobiografía, Time and chance, de la que sacó varias ediciones y que estaba profusamente ilustrada con sus propios trabajos. En 1951, él y su mujer decidieron retirarse en Santa Fe, Nuevo Mexico.
En su nueva vida, Baldridge empezó a experimentar con la técnica al óleo. En los treinta años que median entre su retiro y su muerte, Baldridge retrató el norte de Nuevo México a base de muchos dibujos y óleos de paisajes. La mayoría de estos trabajos están depositados en la University of Wyoming.
Después de la muerte de su compañera, en 1962, Baldridge continuó especialmente activo hasta mediados de los setenta. Cyrus L. Baldridge se suicidió en 1977. Curiosamente, utilizó la pistola que había usado en la Primera Guerra Mundial.

29 oct 2007

Haig: 1861-1928. John Terraine

Terraine, John. Haig: 1861-1928, en The Western front, 1914-1918. Yorkshire : Pen & sword, 2003.

El conocido historiador militar John Terraine, con clara intención apologética, señala a lo que su entender son los principales logros de Sir Douglas durante o antes incluso de la Gran Guerra. Para el autor, se pueden resumir en una trilogía:
1. La necesidad de crear un ejército civil o de conscripción militar. Es decir, el autor señala que Haig juntamente con Haldane, incluso antes de la guerra, vieron la imperiosa necesidad de que se crease o se fuese formando un ejército no exclusivamente profesional, como el que ya existía sino recurrir a las levas obligatorias que configurasen un ejército útil y de apoyo en caso de conflictos, a la forma que utilizaban las naciones y paises continentales. Haig, siempre según Terraine, vió claramente que en conflictos venideros serían necesarios todos los recursos posibles del país, entre los que se contaban claramente su población. Para eso abogaba por un sistema de reclutamiento obligatorio que crease una reserva humana necesaria para cualquier conflicto que afectase al país. Terraine expone que se trataba de una idea fuera de su tiempo, ya que sucesivos gobiernos habían intentado llevarla a la práctica y que no había sido posible. En resumen, que era un "adelantado" a su tiempo.
Las carnicerías del Somme en 1916 se hubieran evitado de haber creado un ejército con anterioridad.
2. Según Terraine, Haig en la retirada de Mons en 1914 y en posteriores acciones determinó y vió claramente que el ejército francés sería incapaz de soportar su propio peso en la guerra. Y que obviamente tendrían que ser los británicos los que soportasen el gran peso de la guerra contra Alemania. Terraine acentúa que sólo Haig se dió cuenta de esta clara obviedad, ni Kitchener ni otros miembros de la cúpula militar lo tuvieron tan claro. Pero no sólo eso, sino que también entrevió que el ejército británico, a pesar de llevar el gran peso de la guerra en el bando aliado, sería comandado en un algún instante por un mando francés, en pro de un mayor control de la operaciones militares. Terraine concluye que tampoco Haig se equivocó en su visión.
3. Haig fue el artífice y el único lider militar que vió la posibilidad de terminar la guerra en 1918. Mientras otras personalidades civiles y militares abogaban o hacían previsiones de acabar la guerra en 1919 o incluso 1920, como Churchill. Él no. Con su visión y perspectiva vió lúcidamente que era posible asestar el golpe definitivo al ejército alemán el mismo año 1918. La victoria sería ese otoño, sin duda.
Aparte de estas tres visiones del militar escocés, el autor señala como éxitos rotundos de Haig las siguientes operaciones militares:
  1. El novedoso corto y contundente bombardeo en la batalla de Neuve Chapelle.
  2. El ataque al amanecer del 14 de julio de 1916 en el Somme.
  3. El primer ataque con tanques el 15 de septiembre de 1916.
  4. El ataque inicial a las cuevas de Arras.
  5. La batalla de Messines.
  6. El primer ataque en masa de la historia en Cambrai.
  7. El aturdidor golpe del 8 de agosto de 1918.
  8. Otros se pueden añadir a la lista, según Terraine. Y continua señalando que Haig estaba absolutamente inmerso e interesado en todo lo que eran avances técnicos en armamento, comunicaciones, etc. Pero este Haig no es el mismo que decía que una vez se hubiera abierto una brecha en las líneas enemigas se podría enviar a la caballería a rematar la faena? Sin comentarios. El visionario Haig no "vió" lo que iba ocurrir en el Somme o Passchendaele? La historiografía militar británica está muy dividida sobre diversos personajes de su propia historia. No obstante, es evidente que muestras como ésta exigen una revisión completa de los hechos históricos, sin favoritismos ni partidismos que vuelvan opaca la verdad, por muy dura que sea.

28 oct 2007

Pétain. On les aura! 09/04/1916

Pétain. On les aura!


Henri Philippe Benoni Omer Joseph Pétain (1856-1951) (4)

Henri Philippe Benoni Omer Joseph Pétain (1856-1951)

El cansancio de la guerra, y su plasmación en las decisiones políticas provoca movimientos en la cúpula militar francesa. Joffre es “empujado hacia arriba” o ascendido a la dignidad de Mariscal de Francia por Briand para neutralizar su peligrosa notoriedad, o, en cierta medida, para airear la política militar en busca de uno de los nuevos astros ascendentes y que se distinguió en Verdún: Robert Georges Nivelle.
Ya en mayo de 1916, Pétain había cedido su puesto en Verdún a Nivelle, después de estabilizar el frente. Joffre no le ha perdonado sus continuas discrepancias y su “lentitud”, tal y como él la entendía.
El general Nivelle, conocido por su fogosidad y impetuosidad en la adopción de tácticas ofensivas, intentará aprovechar la oportunidad que le han proporcionado. Éste ha sido nombrado Commandant en chef des armées françaises. Ya en el cargo, juntamente con Micheler diseñará una campaña brutal en que la artillería no tendrá el papel preponderante de otras ofensivas y dónde primará la sorpresa como baza.
La nueva tecnología, aviones y tanques, comienzan a superar en importancia a las fuerzas terrestres de infantería. Los americanos han entrado en abril de 1917 en la guerra. Por ello, Pétain ve claramente que no es momento para realizar ofensivas a gran escala, ni a un coste absurdo en tropas.
Opina que hay que esperar a los norteamericanos, y que la táctica a seguir es la de desgaste, con operaciones puntuales, perfectamente planificadas y con la misión primordial de hostigar.
Nivelle, por su parte, ha preparado un ataque por la zona de Chemin des Dames para abril. La torpeza de Nivelle en planificar la ofensiva, su miopía en el trato y el diagnóstico del estado de las tropas, la falta de secretismo en el desarrollo de las preparaciones para la misma – el Alto mando alemán conocía los planes dos semanas antes – y una táctica inadecuada en la planificación hicieron de Chemin des Dames un rotundo fracaso.
El desastre, previsible, será proporcional a las expectativas generadas, en las que Nivelle había prometido, arrogantemente, una victoria rápida y fácil contando sobretodo en emular el estilo utilizado en los últimos golpes que llevó a cabo exitosamente en Verdún, con contundentes golpes de mano realizadas por pequeños grupos de asalto contando con el elemento sorpresa.
Trasladar los métodos utilizados en Verdún a Chemin des Dames era arriesgado, y confiar ciegamente en un triunfo seguro, irreal.
El fracaso de la “operación” de Nivelle se saldará a finales de mayo con una pérdida total de aproximadamente 200.000 muertos.
El descontento de las tropas es notorio. En numerosas unidades del ejército se producen actos de desobediencia colectiva. Se habrá de imponer el sentido común y la prudencia.
Como en 1916 en Verdún, otra vez había llegado su momento: ahora se le reclamaba para aplacar la rebelión y el alzamiento de l’Armée. El 15 de mayo Nivelle será destituido. Pétain será nombrado Jefe de Estado Mayor General, se trata de un cargo especialmente creado para él.
Con sus reservas habituales, contempla la situación con pesimismo y cautela. Conoce la situación, y las posibilidades reales. Pétain en una entrevista retrospectiva le dijo a un periodista: “Sólo me llaman para las catástrofes.”
Tenía razón, le sucedería también en el futuro, pero la situación sería otra.
Pétain tenía a su cargo reprimir los motines y recuperar la confianza y la moral de las tropas. Impusó duras medidas disciplinarias, pero redujo al máximo las ejecuciones (49 ajusticiados de 554 condenas a muerte).
Entre otras misiones, tenía la de poner fin a ofensivas mal preparadas y mejorar las condiciones de vida materiales y morales del ejército, a la espera de su ya famosa frase “los americanos y los tanques”.

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