14 ago 2010

La movilización rusa de 1914



No siempre es fácil discernir que causas o que agentes son los responsables de los acontecimientos históricos. Tampoco es tarea mía el explicar la mecánica de la historia, ni cómo se producen ciertos fenómenos.
Los datos e informaciones presentes en este artículo, así como las conclusiones que de él se desprenden, intentan -humildemente- aportar una ínfima contribución esclarecedora a uno de los episodios históricos más controvertidos, sobretodo por su casuística: los orígenes de la Gran guerra en 1914.
La búsqueda del 'chivo expiatorio' o culpable fue frenética incluso antes de que estallara el conflicto en agosto de 1914. Los pasos y maniobras de la mayoría de cancillerías involucradas en la guerra diplomática de julio de 1914 siguió esos derroteros: intentar achacar al enemigo la culpa última de una guerra que parecían querer todos [me refiero a los agentes políticos] pero que todos temían, y luego maldijeron finalizado 1914.
En la serie de artículos Die Sektion IIIb, la inteligencia militar alemana en 1914 me sumergí en mostrar cuáles habían sido los movimientos de la inteligencia militar alemana durante las semanas y días previos al estallido de la guerra, con la firme creencia -por mi parte- de que no tuvieron un papel ni activo ni decisivo en los orígenes de la guerra. Tampoco su papel como mediadores o puentes entre el poder civil y militar en Alemania no fue para nada decisivo.
'Exculpados' los servicios de inteligencia alemanes y ante las contínuas evidencias que señalaban a Rusia [y su movilización] como factor más que determinante en el inicio de la guerra, decidí seguir esa nueva 'línea de investigación'.
Decidí recabar información sobre las semanas previas al estallido de la guerra en Rusia, así como en Austria, Francia y Alemania. No cabe decir que la información encontrada fue ingente: desde de recopilaciones de documentación diplomática de las diferentes cancillerías, pasando por los libros de memorias y diarios de los principales protagonistas hasta las más renombradas síntesis sobre el inicio de la guerra. A parte de esta documentación, dí con otro tipo de información mucho más útil para intentar discernir o 'separar el grano de la paja': los diferentes artículos y obras que surgieron de las diversas controversias historiográficas alrededor del factor alemán en el desencadenamiento de la guerra.
Las fuentes utilizadas para elaborar unas mínimas conclusiones sobre el tema fueron, principalmente, cuatro. La primera y más docta de todas fue la que elaboró Luigi Albertini, propietario del 'Corriere della sera' e historiador amateur que durante largos años aglutinó una impresionante recopilación de documentación diplomática junto con un análisis bastante ponderado de las causas del conflicto. La obra se titula Le origini della guerra de 1914, traducida al inglés en 1965 bajo el título de The origins of the war of 1914 y del cual interesa especialmente el 3r volumen.
El segundo documento es el artículo de Alfred Wegerer, 'The russian mobilization of 1914' publicad0 en la revista Political science quaterly en 1928. Wegerer, ex-combatiente alemán de la Gran Guerra e historiador también 'amateur', trabajó durante años para el Zentralstelle zur Erforschung der Kriegschuldfrage, el Centro para el estudio de las causas de la guerra.
La Zentralstelle fue un organismo alemán creado por la República de Weimar con el cometido de estudiar la implicación alemana durante la guerra con el firme propósito de exonerar a dicha nación de ser la única culpable de la guerra. Objetivo, que por cierto, no consiguieron. Precisamente por su implicación en dicho proyecto, las generaciones posteriores de historiadores han tildado su estilo de revisionista y negacionista, aunque tales acusaciones no fuesen del todo fundamentadas, como ya veremos.
El tercer documento utilizado para la elaboración del presente artículo pertenece a un exponente de la generación de historiadores alemanes que en la década de los años sesenta revolucionaron el panorama historiográfico alemán. Immanuel Geiss a través de su artículo The Outbreak of the First World War and German War Aims publicado en 1966, intenta -segun él- desenmascar a la historiografía alemana que hasta la fecha había mantenido ocultas las causas reales por las que Alemania alentó y provocó la guerra.
Cabe decir que Geiss fue discípulo y seguidor de la nueva escuela alemana que lideró Fritz Fischer y su famosa obra Griff nach der Weltmacht: die Kriegszielpolitik des Kaiserlichen Deutschland, 1914–18 (Germany's Aims in the First World War) en la que se establecían las bases para argumentar que Alemania había instigado deliberadamente la Primera Guerra Mundial en un intento para convertirse en una potencia mundial.
El cuarto y último documento, para mi, el más completo es de L.C.F. Hunter. Hunter, historiador australiano, trabajó durante décadas sobre el desencadenamiento de la Gran guerra y sus consecuencias, así como sobre la Prusia contemporánea. Su análisis, insisto impoluto, tiene la ventaja de ser el más moderno y por tanto el que ha podido contrastar las fuentes y contenidos de los otros tres. En un alarde senzillo pero lúcido, Hunter examina los diferentes documentos diplomáticos, los tempos y las actitudes de los principales protagonistas para lanzar posteriormente un serie de conclusiones de alto y firme calado que permiten trazar un perfecta radiografía de lo que sucedió en julio-agosto de 1914.
Las conclusiones y datos que aporto sobre la mobilización rusa y posterior estallido de la guerra beben de estos cuatro documentos, y por ende, de los documentos que han sido estudiados para la elaboración de éstos.

L'Alliance franco-russe

La alianza franco rusa de 1892, ratificada y modificada anualmente hasta 1914 es una excelente y clarividente forma de acercarse a los sucesos de agosto de 1914. Por el tratado de 4 de enero de 1894, tanto Francia como Rusia debían movilizar al 'primer indicio' de un ataque alemán o austríaco. En 1894 también se estableció que la movilización fuese general y no parcial, sobretodo teniendo en cuenta la posibilidad de que Rusia se viese enfrentada a una movilización austríaca y alemana a la vez. Esta decisión -controvertida- fue revocada en 1912. Finalmente, en 1913, y según el artículo II de la convención francorusa, ante una movilización parcial o general de Austria o Italia tanto Francia como Rusia debían consultarse antes de movilizar. Sin embargo, si Alemania movilizaba, Francia o Rusia podían movilizar sin previo aviso al aliado.
En este punto, y según el tratado, cabe convenir que cuando las autoridades rusas declararon la movilización parcial el 26 de julio y el 30 de julio la movilización general lo hicieron con el beneplácito de las autoridades francesas. En caso de no haber recibido el consentimiento francés, Rusia hubiese transgredido lo establecido en el tratado, y en consecuencia Francia quedaba libre de cumplir o no lo establecido en la alianza.
Por su parte, el artículo III del tratado establecía que, en caso de atacar a Alemania, Francia y Rusia debían hacerlo al unísono ya que, conocedores del Plan Schlieffen, sabían que Alemania atacaría con todas sus fuerzas a Francia y dejaría muy desguarnecidas las fronteras orientales.

S. Petersburg

Del 'dramatis personae' de la crisis de julio destaca sobretodo la figura del ministro de exteriores ruso, Sergei Dmitrievich Sazonov. Cuenta la leyenda que cuando Sazonov recibió la noticia del ultimátum austríaco a Serbia (24 de julio), éste exclamó de júbilo ante la imparable guerra europea. Más tarde y reunido con otro de los tenores del drama, Nikolai Yanushkevich, jefe supremo del Alto mando ruso, acordaron tomar las medidas provisionales para una declaración de mobilización parcial de los ejércitos rusos con el objetivo de 'presionar' a las autoridades austro-húngaras.
Albertini calificó este tipo de maniobras de insensatez. Aunque exonera parcialmente a Sazonov, al calificarlo de inoperante en cuestiones militares así como de espíritu tempestuoso e impulsivo, advierte que algunas decisiones fueron conducidas desde la semipenumbra cortesana y apunta al ministro de la guerra, Vladimir Aleksandrovich Sukhomlinov, como uno de los 'padres' instigadores de la movilización rusa de 1914.
Albertini concluye que es posible que, incluso, Sazonov pensase en la movilización antes del día 23. Según George Buchanan, embajador británico en Rusia, Sazonov le dijo que 'ante el cariz que estaba tomando el asunto austro-serbio, Rusia no podía quedar indiferente'.
Así pues, es más que probable que Sazonov junto con Yanushkevich y Sukhomlikov discutiesen sobre la más que probable movilización antes del 23 de julio, con el fin de convencer al Zar de la conveniencia de una maniobra 'diplomática' de este tipo.
Profundizando en los movimientos previos a la declaración de movilización general rusa del 30-31 de julio parece casi imposible que los altos representantes y responsables de la política rusa fuesen incapaces de prever lo que significaba la declaración de movilización parcial, previa a la general. La parcialidad significaba, sin embargo, movilizar 13 cuerpos de ejército de los distritos de Kiev, Odessa, Moscú y Kazan. Y aunque Sazonov, dentro de su 'estúpida ignorancia' creyese que Alemania no podía sentirse amenzada, era claro y cristalino que movimientos de este tipo alarmarían, sin duda, a Austria-Hungría que declararía la movilización general, y por consecuencia activaría la movilización alemana según el tratado que mediaba entre ambos países. Sazonov, sin embargo, no era el único 'ignorante'.
El secretario de exteriores alemán también desconocía el alcance de las movilizaciones rusas, aunque se situasen en el sur.
Al 'vodevil' se añadió el responsable encargado de la movilización de los ejércitos rusos, el general Dobrorolsky. Dobrorolsky insistió a Sazonov en que una movilización parcial era del todo insuficiente, aún más si se tenía en cuenta lo que significaba a nivel logístico. Consideraba que una movilización parcial podía frenar o ralentizar el movimiento de tropas a nivel ferroviario. Albertini apunta a que Dobrorolsky exageró las dificultades de una movilización parcial en connivencia con Yanushkevich.
De esta forma, si a los entresijos e intrigas palatinas le sumamos el propio capital humano de los dirigentes rusos nos encontramos ante el peor de los escenarios.
Un paréntesis.
El cuadro ruso no difiere en demasía con el resto de cancillerías y cúpulas militares donde se cocieron situaciones muy parejas.
Los espectadores de platea (embajadores, agregados, periodistas, etc.) definían a Goremykin, primer ministro ruso, de figura inútil e inoperante: De Sazonov destacaron su excesiva vehemencia e impetuosidad con los asuntos de mayor calado. A pesar de la proverbial y exagerada incompetencia de Sukhomlikov, su papel en la crisis de abastecimiento de municiones durante 1914-1915 lo delató de gestor pésimo. Yanushkevich no queda mejor parado. Su ascensión al mando supremo se debió exclusivamente al favoritismo del Zar, considerándosele más un cortesano que un militar. Este era pues el cuadro ruso: incompetencia, favoritismo, inoperancia, ... algunos de los adjetivos que resumirían la posterior participación bélica de los ejércitos rusos durante la guerra.

Continúa en: La movilización rusa de 1914 (II)

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