10 ago 2009

Pierre Renouvin, La Première Guerre Mondiale

Al navegar por los tenebrosos mares de la historiografía francesa dedicada a la Grande Guerre un faro ilumina los peligrosos pasos entre Scylla y Caribdis, se trata de la figura de Pierre Renouvin. Estas tortuosas aguas fueron provocadas por los huracanados vientos del ensidioso revanchismo y del sectarismo oficial. Las heridas de la France todavía supuraban, pero de ahí a establecer un estricto "cordón sanitario" iba un mundo, en el caso de Renouvin recorrió un páramo.
Pierre Renouvin, de una formación titubeante en derecho pasó a su pasión inconfesable: los estudios históricos. De sólida formación, la Gran Guerra le truncó los estudios, y de pasó se le llevó un brazo en la tristemente famosa Chemin des Dames. A pesar del trauma, se doctoró al acabar la guerra. Al poco, el gobierno francés le pidió que elaborará un estudio sobre los orígenes de la guerra.
A base de estudiar el conflicto, Renouvin se consagró como uno, sino el mayor, especialista en Primera Guerra Mundial del panorama historiográfico francés. Juntamente con el estudio de la casuística de la guerra, Renouvin creó la Bibliothèque de documentation internationale contemporaine con los fondos documentales aportados por numerosos mecenas. Al poco de adentrarse en el laberinto del estallido de la guerra, se topó con la dura realidad: la petición del gobierno de estudiar las causas de la guerra respondía más a una intencionalidad política que al hecho de encontrar o buscar la verdad histórica.
En 1920 la cuestión de las reparaciones de guerra estaba sobre la mesa y el gobierno francés necesitaba un estudio científico que las avalase, al menor moralmente. Aún habiéndose percatado de la encerrona, fijó el fiel de su balanza en un estrado independiente fuera de las manipulaciones parciales. El resultado fue un impresionante examen a consciencia del mundo de las relaciones internacionales y de la diplomacia de la época pre-bélica.
Varias fueron las obras fruto de sus investigaciones. En esos años las que trataron exclusivamente la Gran Guerra fueron Les origines immédiates de la guerre : 28 juin-4 août 1914, de 1925 y La Crise européenne et la Grande guerre (1904-1918), de 1934. Ésta última, revisada y sintetizada, se convirtió en La Première guerre mondiale (PGM) de la famosa colección de conocimientos didácticos Que sais-je ? que acercaría la Gran Guerra a todos los públicos ya que la edición original de su Crise europénne contaba con más de 650 páginas, hecho que la alejaba de los neófitos o profanos en el conflicto.
Su Première guerre mondiale es fiel a su fuente, la Crise européenne. En un estilo completamente distinto pero con un mensaje claramente unívoco, Renouvin va dando cuenta de su visión del conflicto. Sin estridencias ni dogmatismos va tejiendo un discurso histórico casi implecable. Su síntesis no ahonda en datos superfluos, la misión de su librito es informar y desmitificar. Lo primero lo consigue al 100%, en lo segundo es más un intento. Aunque su concepción un tanto heterodoxa de l'École des Annales no aplaude el discurso marxista al completo, sí recoge su testigo de las Mentalités. Para el autor, el tema de las mentalidades es reverencial. Éstas se convierten en un sujeto histórico capaz de crear, bastir y construir todo una fenomenologia histórica, incluída la Gran Guerra.
Las primeras páginas del libro desbrozan el camino y las dudas que surgen al buscar los culpables del desastre. Éstos se hallan divididos en tres grupos: políticos y diplomáticos ; militares ; y la mentalidad de los pueblos. La conjunción e interrelación de estas tres mentalidades fue la que empujó al mundo al abismo. Claro que Renouvin se acuerda de nombrar algunos aspectos más sobresalientes: las negativas de los Imperios Centrales de entablar conversaciones antes de agosto de 1914, el empecinamiento austríaco en aplastar a Serbia, y otros detalles. Pero éstos son una excepción. El conjunto casuístico que expone es una mixtura de mentalidades y de tragedia griega. Evidentemente la narración y el desarrollo de los hechos acaecidos desde el asesinato del príncipe heredero Franz Ferdinand hasta las declaraciones de guerra se exponen de forma más amplia y perfectamente detalladas en La Crise, aún así la sintetización de la Première guerre mondiale es muy buena.
El recorrido cronológico está muy bien trenado, desde el estancamiento de 1915 pasando por el año de las grandes batallas de 1916 y los desastres de 1917. 1918 y los momentos finales de la guerra junto con los preparativos del Tratado de Versalles son tres de los momentos en que el autor está más lúcido. No es que en los capítulos anteriores no lo esté, pero la redacción sencilla y clara de los últimos capítulos es casi perfecta a pesar de las dificultades que supone un período tan convulso, sobretodo a la hora de explicarlo.
Renouvin no abandona nunca ese tono entre didáctico y docente. Es precisamente este didactismo el que adecúa perfectamente su obra para cualquier persona que quiera tomar contacto por primera o segunda vez con un conflicto tan denso y lleno de especifidades como es la Gran Guerra.
No hay sobrepoblación de datos ni estadísticas, tampoco de mapas o fotografías. Las grandes batallas son narradas desde la distancia, y como buena síntesis deja en el tintero lo que la historiografía llama escenarios menores. Así pues, son mínimos los comentarios a la guerra aérea o la naval. Realiza un par de incursiones a la guerra submarina para argumentar la entrada de los Estados Unidos en el conflicto o para detallar la falta de previsión de los mandos alemanes.
La obra de Renouvin, aún tratándose de un subproducto destinado a la divulgación, tiene sus curiosidades como cualquier creación humana. El historiador francés cae ligeramente a su banda de babor en todo lo que atañe a los esfuerzos militares en la guerra, o al menos en su significación histórica. Me explicaré mejor: la práctica totalidad de personas que conocen mínimamente la historia de la Primera Guerra Mundial sabrán, por ejemplo, que durante la batalla del Somme (1916) el peso primordial de la lucha lo llevaron a cabo las tropas británicas (entiendo por ello fuerzas militares del Reino Unido junto con las de algunos países miembros de los llamados dominios británicos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Índia). Pues bien, Renouvin tiene un pequeño descuido al mencionar esta participación ya que sólo recuerda brevemente la claramente menor participación francesa. Este pequeño detalle es una muestra de las derivas que demasiado a menudo tienen algunos autores reputados. Algún atento lector me corregirá - estará en su derecho - y me dirá que en la historiografía británica ocurre lo mismo. Yo le responderé que es cierto, sino más. Eso no excluye que se deba ir hacia la imparcialidad casi absoluta evitando dejar en el camino pequeñas muestras de un corregible olvido.
Por lo demás, la obrita de Renouvin se lee en un par de días y lo mejor: a los profanos los empuja a seguir interesándose por la Gran Guerra o incluso por adentrarse en la lectura de su gran obra, La Crise europénne et la Grande Guerre, 1904-1918, imprescindible para cualquier estudioso de la Gran Guerra, sin ningún lugar a dudas.
En este sentido, la Première guerre mondiale es un anticipo muy halagüeño.

Fuentes:

- PROST, A., Jay Winter. Penser la Grande Guerre - Un essai d'historiographie. Paris: Editions du seuil, 2004.

Versión digital de La Première Guerre Mondial de Pierre Renouvin.

Archivo del blog