Viene de: Mesopotamia 1914-1918 (I)
Ctesiphon
Townsend prosiguió su avance, y aunque tuvo que esperar unas seis semanas para abastecerse, el 22 de noviembre estaba ya a unos 40 kilómetros de Bagdad. En Ctesiphon fue atacado por las fuerzas otomanas que formaban la última línea de defensa antes de la capital. Perdió unos 4.000 hombres, un tercio de sus tropas. La batalla de Ctesiphon (22-26 de noviembre de 1915) significó el fin del rápido avance británico y supuso una derrota sin paliativos. Prevista, por los británicos, como la siguiente de las victorias en la marcha triunfal hasta Baghdad, Ctesiphon fue un crudísimo episodio bélico, donde las tropas turcas bajo el mando de Yusef Nur-ed-Din registraron graves pérdidas para finalmente derrotar al ejército británico de Townsend. Más de un tercio, algunas fuentes hablan más de la mitad, de los aproximadamente 9.000 soldados británicos e indios que lucharon en Ctesiphon causó baja, bien cayendo heridos de gravedad o muriendo. La suerte de Townsend había tocado a su fin. Sin refuerzos y previendo la llegada de fuerzas turcas de refresco, inició la retirada hacia Kut-al-Amara. Las tropas supervivientes tuvieron que hacer frente a una durísima y extrema retirada hacia la posición de Kut-al-Amara sin apenas transporte ni condiciones sanitarias adecuadas.
Mientras tanto, y ajeno al desastre, Nixon permaneció a unos 500 kilómetros de distancia, en Basora, incapaz e inconsciente de la gravedad de la situación. A todo ello, la retirada de las tropas aliadas de Gallipoli, había permitido al ejército turco enviar refuerzos a la lejana Mesopotamia, unos 30.000 efectivos.
El sitio de Kut-al-Amara
El ejército otomano, con un refuerzo de 30.000 soldados, sitió a las tropas británicas que estaban en Kut-al-Amara, antes de que el mando británico pudiese contactar con el gabinete de guerra advirtiéndoles de una posible retirada más allá del Tigris. El sitio de Kut-al-Amara se prolongó durante más de cinco meses. Tres intentos se realizaron para levantar el sitio otomano, pero las tropas británicas se encontraron con una impresionante resistencia turca que los hizo fracasar. La fuerza de rescate británica al mando del general Aylmer sufrió grandes pérdidas en Hanna en enero de 1916 y en Dujaila dos meses después. Se calcula que en las expediciones de rescate hubo más de 20.000 bajas. Finalmente, la guarnición aliada, compuesta por unos dos mil soldados británicos y otros seis mil indios se rindió el 26 de abril de 1916. Otra vez, las fuentes difieren, y se habla aproximadamente de 12.000 soldados británicos e indios. Datos aparte, las condiciones del sitio habían sido terribles. Muchos de los soldados murieron al no poder soportar un invierno extremadamente duro sin apenas atención médica.
Penitencia
Townsend prosiguió su avance, y aunque tuvo que esperar unas seis semanas para abastecerse, el 22 de noviembre estaba ya a unos 40 kilómetros de Bagdad. En Ctesiphon fue atacado por las fuerzas otomanas que formaban la última línea de defensa antes de la capital. Perdió unos 4.000 hombres, un tercio de sus tropas. La batalla de Ctesiphon (22-26 de noviembre de 1915) significó el fin del rápido avance británico y supuso una derrota sin paliativos. Prevista, por los británicos, como la siguiente de las victorias en la marcha triunfal hasta Baghdad, Ctesiphon fue un crudísimo episodio bélico, donde las tropas turcas bajo el mando de Yusef Nur-ed-Din registraron graves pérdidas para finalmente derrotar al ejército británico de Townsend. Más de un tercio, algunas fuentes hablan más de la mitad, de los aproximadamente 9.000 soldados británicos e indios que lucharon en Ctesiphon causó baja, bien cayendo heridos de gravedad o muriendo. La suerte de Townsend había tocado a su fin. Sin refuerzos y previendo la llegada de fuerzas turcas de refresco, inició la retirada hacia Kut-al-Amara. Las tropas supervivientes tuvieron que hacer frente a una durísima y extrema retirada hacia la posición de Kut-al-Amara sin apenas transporte ni condiciones sanitarias adecuadas.
Mientras tanto, y ajeno al desastre, Nixon permaneció a unos 500 kilómetros de distancia, en Basora, incapaz e inconsciente de la gravedad de la situación. A todo ello, la retirada de las tropas aliadas de Gallipoli, había permitido al ejército turco enviar refuerzos a la lejana Mesopotamia, unos 30.000 efectivos.
El sitio de Kut-al-Amara
El ejército otomano, con un refuerzo de 30.000 soldados, sitió a las tropas británicas que estaban en Kut-al-Amara, antes de que el mando británico pudiese contactar con el gabinete de guerra advirtiéndoles de una posible retirada más allá del Tigris. El sitio de Kut-al-Amara se prolongó durante más de cinco meses. Tres intentos se realizaron para levantar el sitio otomano, pero las tropas británicas se encontraron con una impresionante resistencia turca que los hizo fracasar. La fuerza de rescate británica al mando del general Aylmer sufrió grandes pérdidas en Hanna en enero de 1916 y en Dujaila dos meses después. Se calcula que en las expediciones de rescate hubo más de 20.000 bajas. Finalmente, la guarnición aliada, compuesta por unos dos mil soldados británicos y otros seis mil indios se rindió el 26 de abril de 1916. Otra vez, las fuentes difieren, y se habla aproximadamente de 12.000 soldados británicos e indios. Datos aparte, las condiciones del sitio habían sido terribles. Muchos de los soldados murieron al no poder soportar un invierno extremadamente duro sin apenas atención médica.
Penitencia
La rendición del ejército de Townsend a finales de abril de 1916 conmocionó al pueblo británico, para el cual Mesopotamia era sinónimo de distante y, hasta el momento, victoriosa campaña. Kitchener se apresuró a defender el honor de las fuerzas armadas angloíndias de Kut-al-Amara, pero le fue imposible evitar el hecho que después de la humillante retirada de Gallipoli, las fuerzas aliadas habían vuelto a ser derrotadas por el ejército otomano. Mientras la rendición de Kut-al-Amara permitió la creación de una comisión parlamentaria para investigar las operaciones en Mesopotamia, peores fueron las horribles consecuencias que tuvo sobre el terreno. Las tropas británicas y indias cautivas recibieron un trato brutal en la marcha hacia el campo de prisioneros en Anatolia. De los aproximadamente 12.000 soldados que partieron de Kut-al-Amara el 6 de mayo de 1916, 4.300 murieron bien de camino, o en el campo de prisioneros.
Revancha
A pesar del desastre de Kut, la situación británica en Mesopotamia no era precaria.
En agosto de 1916, el general Sir Stanley Maude, nuevo comandante en jefe de las tropas angloindias en Mesopotamia retomó la ofensiva. En diciembre del mismo año con dos cuerpos de ejército, más de 160.000, avanzó Tigris arriba, y el 25 de febrero de 1917 capturó otra vez Kut-al-Amara. Finalmente, y de forma triunfal entró en Bagdad el 11 de marzo de 1917.
Las victorias británicas en Palestina obligaron al ejército turco a estirarse, y Maude con el objeto de asegurar la toma de Bagdad formó tres columnas que situó en los tres ríos, el Tigris, el Éufrates y el Diyala con el el firme propósito de destruir el ejército turco. Maude murió en noviembre de 1917 a causa del cólera, siendo substituido por el teniente general Sir William Marshall. Las operaciones de las tres columnas enviadas por Maude habían abierto una vía hacia el norte de Mesopotamia que permitía avanzar hacia el corazón del imperio Otomano en Anatolia. Así, una pequeña fuerza británica al mando del general Dunsterville, conocido como Dunsterforce, inició una carrera contra el ejército turco para alcanzar las instalaciones petrolíferas rusas de Bakou, que distaban a unos ochocientos kilómetros de distancia. Estos pozos petrolíferos habían quedado desguarnecidos debido a la precipitada retirada rusa de la guerra. Finalmente, Dunsterforce llegó en agosto de 1918, pero debido al continuo hostigamiento turco tuvo que retirarse.
1918
En Mesopotamia los avances a lo largo del río proseguían. El 26 de marzo de 1918 en Khan Bagdad se capturaron más de cinco mil prisioneros turcos. No obstante, algunos efectivos británicos fueron enviados a Palestina para reforzar las guarniciones ya que se habían enviado tropas para Francia debido a la ofensiva alemana de primavera de 1918.
La situación bélica y desánimo cundían entre las filas del ejército turco. A finales de octubre de 1918, y ante la inminente petición de armisticio por parte de las autoridades otomanas, una fuerza británica bajo las órdenes de Cobbe avanzó Tigris arriba, con el objeto de alcanzar los pozos petrolíferos de Mosul. La última batalla entre las fuerzas aliadas y el ejército otomano tuvo lugar cerca de las ruinas de la antigua ciudad asíria de Asshur, la actual Ash Sharqat. Aunque el armisticio con Turquía llegó el 30 de octubre, Cobbe y la fuerza británica alcanzaron las instalaciones petrolíferas de Mosul el 3 de noviembre de 1918.
Después de la guerra, la provincia otomana de Mesopotamia mudó el nombre por Iraq. Bajo mandato británico, permanecieron tropas para lo que se llamó “someter tribus disidentes”.
Durante cuatro años de lucha, de 1914 a 1918, el ejército británico perdió más de 27.000 hombres, trece mil de ellos por enfermedad. Otras cifras hablan de 31.000 bajas.
La mayoría de analistas concluyen que la campaña de Mesopotamia fue una especie de número circense sin ningún tipo de estrategia previa, donde el coraje de las tropas destinadas, que lucharon en condiciones miserables y crueles, merecieron estar bajo el mando de una oficialidad más competente y preparada.
Revancha
A pesar del desastre de Kut, la situación británica en Mesopotamia no era precaria.
En agosto de 1916, el general Sir Stanley Maude, nuevo comandante en jefe de las tropas angloindias en Mesopotamia retomó la ofensiva. En diciembre del mismo año con dos cuerpos de ejército, más de 160.000, avanzó Tigris arriba, y el 25 de febrero de 1917 capturó otra vez Kut-al-Amara. Finalmente, y de forma triunfal entró en Bagdad el 11 de marzo de 1917.
Las victorias británicas en Palestina obligaron al ejército turco a estirarse, y Maude con el objeto de asegurar la toma de Bagdad formó tres columnas que situó en los tres ríos, el Tigris, el Éufrates y el Diyala con el el firme propósito de destruir el ejército turco. Maude murió en noviembre de 1917 a causa del cólera, siendo substituido por el teniente general Sir William Marshall. Las operaciones de las tres columnas enviadas por Maude habían abierto una vía hacia el norte de Mesopotamia que permitía avanzar hacia el corazón del imperio Otomano en Anatolia. Así, una pequeña fuerza británica al mando del general Dunsterville, conocido como Dunsterforce, inició una carrera contra el ejército turco para alcanzar las instalaciones petrolíferas rusas de Bakou, que distaban a unos ochocientos kilómetros de distancia. Estos pozos petrolíferos habían quedado desguarnecidos debido a la precipitada retirada rusa de la guerra. Finalmente, Dunsterforce llegó en agosto de 1918, pero debido al continuo hostigamiento turco tuvo que retirarse.
1918
En Mesopotamia los avances a lo largo del río proseguían. El 26 de marzo de 1918 en Khan Bagdad se capturaron más de cinco mil prisioneros turcos. No obstante, algunos efectivos británicos fueron enviados a Palestina para reforzar las guarniciones ya que se habían enviado tropas para Francia debido a la ofensiva alemana de primavera de 1918.
La situación bélica y desánimo cundían entre las filas del ejército turco. A finales de octubre de 1918, y ante la inminente petición de armisticio por parte de las autoridades otomanas, una fuerza británica bajo las órdenes de Cobbe avanzó Tigris arriba, con el objeto de alcanzar los pozos petrolíferos de Mosul. La última batalla entre las fuerzas aliadas y el ejército otomano tuvo lugar cerca de las ruinas de la antigua ciudad asíria de Asshur, la actual Ash Sharqat. Aunque el armisticio con Turquía llegó el 30 de octubre, Cobbe y la fuerza británica alcanzaron las instalaciones petrolíferas de Mosul el 3 de noviembre de 1918.
Después de la guerra, la provincia otomana de Mesopotamia mudó el nombre por Iraq. Bajo mandato británico, permanecieron tropas para lo que se llamó “someter tribus disidentes”.
Durante cuatro años de lucha, de 1914 a 1918, el ejército británico perdió más de 27.000 hombres, trece mil de ellos por enfermedad. Otras cifras hablan de 31.000 bajas.
La mayoría de analistas concluyen que la campaña de Mesopotamia fue una especie de número circense sin ningún tipo de estrategia previa, donde el coraje de las tropas destinadas, que lucharon en condiciones miserables y crueles, merecieron estar bajo el mando de una oficialidad más competente y preparada.
Fuentes:
Barker, A.J. The Neglected war: Mesopotamia 1914-1918. London : Faber & Faber, 1967.
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